Hoy me animé a reflexionar junto a ustedes sobre un
atributo que exige poner en acción una gran cantidad de nuestros recursos
emocionales. Personalmente siento que es una de mis más grandes
debilidades, les hablo de la paciencia. Este valor, que también es una virtud
que poseen muchas personas no es fácil de cultivar. Para mí sigue siendo un
gran desafío. Desde que tengo uso de razón no tengo un solo recuerdo de haber
sido paciente, ni tampoco lo eran las personas que me rodeaban. Tal vez fue eso
lo que confirmó que estaba bien así. Por ejemplo, recuerdo todavía a mis tías y
mi propia madre pidiendo que de inmediato les llevara algo, si
me equivocaba o tardaba era la catástrofe más grande y tenía que tragarme
largos sermones de por qué había que hacer las cosas rápido y bien.
Siempre resentí eso, pero ahora que tengo hijos siento
que me convertí en una persona impaciente como ellas, esperando que los demás,
o sea mi esposo y mis hijos hagan las cosas como yo me imagino o reaccionando
sin pensar cuando pasa algo que no puedo controlar, tratando de defenderme sin
saber exactamente de qué o atacando con anticipación sin tampoco saber si en
realidad es necesario hacerlo. La verdad es que ellos me tienen mucha paciencia (irónicamente)
y hasta cierto punto me entienden; pero yo estoy consciente que debo cambiar poco
a poco, y es así que voy dando algunos pequeños pasos. No es para nada fácil
cuando toda tu vida has sido así, pero quiero ser diferente, quiero ser mejor
esposa y madre, estoy convencida que para ello debo cultivar esta virtud.
Como siempre traté de hacer una pequeña
investigación, para encontrar las mejores estrategias que puedan convertirme en
una persona paciente. Algo que me gustó mucho fue el consejo de reflexionar el por
qué uno se siente impaciente y en estar consciente en qué situaciones; por eso
me puse a pensar y me di cuenta, que mi impaciencia crece en situaciones en las
que voy a contra reloj, como ser en las mañanas cuando debo ayudar a mi hijo
mayor a prepararse para ir a la escuela y ¿por qué me impaciento? Porque si nos
atrasamos aunque sea minutos él y su papá ya no podrán encontrar taxi, y si lo
hacen se quedarán parados en un tráfico caótico, no llegarán a tiempo a clases
y mi esposo a su trabajo; por eso cuando algo sale mal en nuestra rutina
mañanera exploto y enloquezco. Otra situación se da cuando ya se acerca la hora
de dormir y mi hijo no ha terminado sus tareas, la paciencia que podía haber
tenido unas horas antes desaparece como por arte de magia y cada error que
comete se convierte en una excusa para impacientarme.
No soy feliz con todo lo que describo, sé que no está
bien, pero sé también que muchos de ustedes se reconocerán en esas situaciones
y lo que quiero lograr con esto es demostrar que es posible y que debemos
hacerlo no solo por las personas que nos rodean sino por nosotros mismos;
porque no hay nada como la paz interior de haber hecho lo correcto a pesar de
todo.
Pero ahora nos toca proponer, ya hicimos una
reflexión sobre qué y por qué perdemos la paciencia; sabiendo esto será más
fácil encontrar pequeñas soluciones, una de ellas mentalizarse que no se puede
controlar todo, pero sí nuestras emociones, por eso cuando uno siente esa
sensación de ir perdiendo la poca paciencia que tiene, mejor respirar profundo
y si esto no funciona, alejarse por un momento de la escena, es preferible
perder unos minutos que crear un ambiente negativo con nuestros seres queridos;
la meditación y los mantras también son ejercicios que ayudan a tranquilizar la
mente y poder controlar nuestras emociones. Otro aspecto fundamental es aceptar lo que nos
pase sea bueno o malo, al aceptarlo
podremos afrontarlo de mejor manera. Pienso que lo importante es tener unos
segundos para pensar ¿por qué voy a reaccionar mal? Y ¿qué consecuencias puede
haber por esta reacción? Si nos damos tiempo para hacerlo estoy segura que será
más difícil impacientarnos.
Como dije antes no es para nada sencillo, aunque lo
parezca; desde hace unas semanas voy intentándolo, como en todo llevo días
buenos y otros no tanto. Otro consejo sabio también es rodearnos de personas
positivas, pacientes y verlas interactuar con otros, esto nos inspirará para
ser como ellas, ver de forma real los beneficios de cultivar esta virtud.
No obstante, como en todo no existe una receta ideal,
un modo o una estrategia que sirva para todos los casos; cada uno debe ir
encontrando su propio camino, para ello la tecnología nos brinda un sinfín de
información, solo debemos ser críticos al buscarla aplicando lo que nos venga
mejor. Por ahora yo sigo en esa búsqueda, pero con la convicción de que voy a
lograrlo, tengo que hacerlo porque quiero que mis hijos sean pacientes, pero si
no tienen un ejemplo en mí les costará mucho más. Ya di algunos pasos, y
seguiré mejorando, ahora les toca ustedes buscar la mejor forma de cultivar la
paciencia en sus vidas, vale la pena.