Las redes sociales se han
convertido en una parte importante de nuestro diario vivir y especialmente en la
vida de los adolescentes y los jóvenes porque como los han nombrado son los
“nativos digitales”, es decir que nacieron en esta época digital, por tanto las
manejan y consumen de manera natural y en muchos casos compulsivamente. En
estas redes los jóvenes y los que no somos tan jóvenes pasamos gran parte de
nuestro tiempo gracias a que no solo las encontramos en las computadoras sino
también en los teléfonos celulares; en estos espacios se puede interactuar
socialmente, compartir intereses como música y películas, aunque también pueden
usarse para la coordinación de trabajos escolares y otros usos.
Sin embargo, los más jóvenes también
están expuestos a diversos peligros, el primero es el mal uso que pueden dar a
estos espacios porque no conocen nociones básicas de seguridad que las mismas
redes ofrecen, o por publicar demasiada información personal e íntima, aceptar
a personas desconocidas como amigos, informar sobre cada actividad que realizan
diariamente, dejarse influenciar por amigos, entre estos peligros también existen
algunos juegos o desafíos que si bien no nacen en estos espacios virtuales son
los mejores medios y se hacen virales, expandiendo su daño a todos aquellos que
descuidadamente decidan entrar en el juego.
Tal vez el más conocido en
Latinoamérica fue el de la Ballena Azul, ese macabro juego en el que invitaban
a los jóvenes a ser parte de un grupo cerrado,
ahí les iban imponiendo cincuenta retos empezando por dibujar una ballena,
luego dibujar la misma con una navaja en sus cuerpos y el reto final dejarse
caer desde un edificio. Pero este juego no fue, ni es un fenómeno aislado
existen muchos más, como los retos en los que los jóvenes van etiquetando a
amigos a quienes desafían para cumplirlos y claro para probarlo deben subir un
video haciéndolo; entre los más populares están el de patinar por fuera en
trenes en movimiento; de golpear a alguien en la calle y noquearlo; otros como
el ahorcarse hasta perder el
conocimiento, echarse vodka al ojo,
ponerse un condón en la cabeza hasta asfixiarse al hacerlo. El último
que reportan los medios es el “Reto de las 48 Horas” que incita a los jóvenes a
perderse de su casa durante ese tiempo, así conseguir que los familiares se
preocupen y anuncien su desaparición por las mismas redes.
Uno que me llamó mucho mi
atención estaba dirigido a niñas pequeñas porque ofrecía la forma de
convertirlas en hadas; era una indicación de despertar en un horario en el que
toda la familia durmiera, decir unas palabras mágicas, dirigirse a la cocina y
abrir las hornillas de gas sin encenderlas, de esta forma el gas mágico las
convertiría en hadas al día siguiente. Imagínense la cabeza de una niña que
cree todavía en las hadas, seguro lo haría sin dudarlo.
Estos son tan solo unos ejemplos
de lo que se puede encontrar en las redes y podríamos preguntarnos ¿por qué lo
hacen los jóvenes? Pues definitivamente porque estos juegos han sido pensados
para llegar a lo más vulnerable que tienen los adolescentes, por ejemplo la
creencia de que realizar estas acciones no tendrá consecuencias demasiado
peligrosas ni a largo plazo, pero también a la preocupación de ser aceptados, como
parte de un grupo, de sentirse importantes y libres, de ser alguien y demostrar
que pueden hacerlo; emociones y sensaciones
que posiblemente no consiguen dentro de su hogar o la escuela.
Es por estas razones que los
padres además de conocer las actividades de los hijos en la Red de Internet, también somos responsables de
brindarles espacios donde sean escuchados, se sientan seguros y aceptados como
son, puedan construir a través de nuestro apoyo y cariño poco a poco su propia
identidad, conozcan la libertad con límites claros, fortaleciendo una
autoestima saludable a través de la cual se cuiden a sí mismos y respeten a los
demás.
Estos y muchos otros peligros
seguirán circulando por este tipo de espacios porque su característica es la
virtualidad, es decir la web es un lugar donde uno puede aparentar ser
cualquier cosa y las intenciones u objetivos de cada acción no siempre son lo
que dicen ser, por tanto ¿cómo podemos proteger a nuestros hijos?
Principalmente actualizarnos continuamente en el ámbito tecnológico; delimitar
el consumo de estos espacios, promover otro tipo de actividades, como el
deporte o el arte; estar atentos a cualquier cambio emocional, de actitud o
incluso en el aprovechamiento escolar y si encontramos algún indicio de éstos y
no sabemos cómo manejar esta situación, buscar apoyo profesional.
Algo muy interesante es que la
misma Internet nos puede brindar ayuda a través de aplicaciones de control
parental, buscando encontré varias que ofrecen muy buenas alternativas que le
dan a los progenitores la oportunidad de controlar lo que consumen sus hijos y
definir por cuanto tiempo podrán navegar en la web, entre ellas las más
interesantes y que tienen una opción muy completa y gratuita son: Parenty
Control, Qustodio, Norton Family que ofrecen consultar el historial de
navegación, restringir páginas y aplicaciones además de definir horarios de
acceso a las redes sociales. Como estas, deben existir muchas más para los que
estén interesados, en nuestras manos se encuentra la salud física y emocional
de los hijos; no esperemos a que los problemas vayan creciendo hasta
convertirse en irreversibles.
Finalmente los valores que
nosotros enseñemos a nuestros pequeños, especialmente con el ejemplo serán las
armas más poderosas que tendrán en sus manos a la hora de decidir, participar o
no en estos juegos y ni siquiera la presión social de sus compañeros,
vulnerarán su decisión porque estarán tan seguros de sí mismos que no les
importará lo que les digan, pues los cimientos de los valores los protegerán,
formando así un ser humano que tenga criterio propio, que esté consciente de lo
que es correcto o no y por tanto vivirá una vida plena y feliz.
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