Hace una semana viendo las noticias sobre el problema de desabastecimiento de agua en varias ciudades del país, me puse a pensar ¿cuánto me afecta a mí? y la verdad es que en el centro de la ciudad se ha sentido poco este problema porque no se ha cortado el suministro de agua. Otra pregunta que me hice fue ¿cuánto personalmente ahondo el problema o contribuyo a su solución?, entonces, sólo como ejercicio, decidí usar una bañera que tengo en casa para recibir el agua que uso al bañarme, al finalizar me sorprendió ver que era mucho más de lo que imaginaba, por lo menos 20 litros que se van por el desagüe de mi ducha todos los días, sin contar cuando se bañan los demás miembros de mi familia. Entonces me sentí muy culpable y me hice todavía más preguntas ¿El no tener desabastecimiento de agua me da derecho a no ver la dramática realidad de vecinos de zonas alejadas del centro? ¿Sólo tenemos que pensar en nuestro bienestar y el de nuestra familia? ¿Podemos darnos el lujo de no ser conscientes que este problema nos afectará tarde o temprano a nosotros y a nuestros hijos en el futuro?
La crisis del
agua que vive nuestro país es una realidad innegable, la estamos viviendo todos
los días en Sucre hace más de un mes, pero
creo que todavía no somos conscientes que se trata de un problema que no tiene
una solución inmediata y no tiene vuelta atrás porque es resultado de la suma
de varios factores, entre ellos el calentamiento global y el fenómeno del niño
lo que se traduce en altas temperaturas, lluvias cada vez más escasas, la
sequía de varios de nuestros lagos, como el Poopó en el 2015 y el Uru Uru que
actualmente está prácticamente perdido. Esto nos lleva a pensar que ya es una
realidad que el líquido elemento se está convirtiendo en un artículo al que no
todos tendremos igual acceso.
Pero pienso que algo
todavía más importante es que esta encrucijada afecta y afectará a todos y que
no sólo está en manos de nuestras autoridades sino que también es nuestra
responsabilidad y deber, aportar con soluciones como ciudadanos, pero sobre
todo hacerlo desde una perspectiva del bien común, es decir de una solución para
todos y no sólo para algunos, por tanto imbuida de un espíritu de solidaridad.
Me parece
excelente que las personas se organicen para exigir sus derechos frente a las
autoridades locales y nacionales, con marchas y mesas de diálogo en el caso de
Sucre, pero también es importante reflexionar profundamente en cuáles deben ser
nuestras exigencias. Pedir el abastecimiento de agua es válido pero no es la
solución real a este problema porque llegará un momento en que ni el gobierno
central ni los locales contarán con recursos hídricos suficientes para
abastecer a toda la ciudadanía. Por lo que debemos concentrarnos también en
pedir la gestión sostenible a largo plazo de los recursos naturales y no
respuestas paliativas que nos contenten a corto plazo.
Por tanto, de
las autoridades dependerá una mejor planificación y el diseño de políticas
públicas congruentes con su defensa incansable de la madre tierra tan
publicitada a nivel internacional. Pero a nosotros como ciudadanos de a pie ¿qué
nos toca hacer, cuáles son nuestras obligaciones? Revisando diferentes páginas
ecologistas, éstos son tres simples consejos de toda la información en la red:
- Para lavar autos, aceras y patios usa agua reciclada de la ducha, y del lavado de ropa.
- Toma duchas más cortas, cierra el grifo mientras te enjabonas, no dejes llaves abiertas al asearte o lavar platos y ropa, usa un vaso para lavarte los dientes.
- Cierra levemente la llave de paso de tu vivienda no notarás la diferencia.
Principalmente seamos conscientes, si
ahorras agua no lo haces sólo para ti sino para toda la población y éste es tu aporte actual y para el futuro de
tus hijos. No dejemos que la falta de este recurso que es un derecho para cada
uno de nosotros nos cierre los ojos a ver nuestras obligaciones de ser parte de
la solución y de pensar no sólo en nuestro bienestar sino el bien común de los
demás, no dejemos que esta encrucijada
nos deshumanice.