Desde el año
pasado los nuevos bachilleres llevan preguntándose cuál es la carrera que van a
estudiar, ¿qué los motiva o inspira para hacer esta elección? fue una de las
interrogantes que me asaltaron escuchando las noticias sobre el examen de
admisión 2017 de la Universidad San Francisco Xavier, más aun confirmando que
las carreras más cotizadas para los postulantes siguen siendo medicina y
derecho; pero otra pregunta que me hice fue ¿cuántos de estos nuevos
bachilleres tienen una verdadera vocación de servicio a la sociedad?
Entonces, ambas
interrogantes se conjugaron en una que personalmente me parece la más
importante desde un enfoque humanista y social ¿Estamos formando como padres y
maestros, jóvenes, hombres y mujeres, que sueñen un futuro en el que pueden
contribuir a su sociedad a través del servicio en salud, justicia, enseñanza,
etc.? Por algunas respuestas que tuve en una pequeña encuesta que hice a los
nuevos bachilleres, parece que no, la mayoría de las razones que me dieron al
responder el por qué eligieron estudiar cierta carrera fue por ejemplo porque
se gana mucho dinero, porque sus padres les obligaron, porque les gustan las
materias y otras razones de distinta índole; pero ninguna demuestra una
verdadera vocación y menos aún un interés de servicio a los demás.
Una de las
causas para este desinterés de nuestros jóvenes, que obviamente no puedo
generalizar, puede ser el distorsionamiento que se ha hecho de muchas de estas
carreras. Por ejemplo el magisterio, en la cabeza de los jóvenes, no la conciben
como una oportunidad de formar generaciones de seres humanos con valores,
inspirando sus mentes y sus espíritus, cuidando sus sueños y motivando a que
puedan sacar lo mejor de sí en la época de escuela y colegio, sino que la razón
para escoger esta profesión es porque se cuenta con un trabajo seguro pase lo
que pase, sea en la ciudad o en la provincia.
Lo mismo pasa
con medicina y derecho, en vez de ver la oportunidad de salvar vidas, no sólo
de las personas que tienen la posibilidad económica, sino de personas que no
cuentan con el suficiente dinero, de buscar la verdad y la justicia por encima
de cualquier cosa, especialmente de inocentes que no cuentan con el dinero
suficiente para defenderse. Solo ven como
razones para escoger estas profesiones el interés monetario, es decir,
lo mucho que se puede ganar en el ejercicio de la profesión.
Lamentablemente,
como sociedad contribuimos con esta distorsión
porque tenemos una visión exitista de la vida, es decir que como padres y
maestros, creemos que una persona es más exitosa si ha logrado conseguir a lo
largo del ejercicio de su profesión una hermosa y gran casa, un auto último
modelo, con una carrera de cirujano plástico o un abogado que siempre gana sus
casos sean sus clientes inocentes o no, sólo como algunos ejemplos. En
contraposición no nos parecerá muy
importante o exitoso un médico que invierte su medio tiempo en un centro de
salud gratuito para personas con escasos recursos económicos o un abogado que
sólo atiende casos en los que cree, buscando justicia para los que no tienen
voz, o un maestro que ha invertido todos sus ahorros para llevar educación de
calidad a una escuela rural. Seamos sinceros, ¿valoramos de corazón a este tipo
de profesionales? más aun cuando éstos, por las decisiones que han tomado no
cuentan con grandes cuentas en los bancos y tampoco han sido reconocidos
públicamente.
En consecuencia,
pienso que en una sociedad donde es más importante el tener que el ser; la
vocación para el servicio hacia los demás parece estarse extinguiendo y
realmente es una pena, porque es esta misma sociedad la que necesita más jóvenes, hombres y
mujeres con esta vocación para contribuir ya sea a la formación de mejores
seres humanos, para preservar la salud de todas la personas, para buscar la
verdad y proteger al inocente, castigar al culpable y hacer así una diferencia
en el presente y también en el futuro de nuestro país.
Por lo que les
propongo nuevamente el reto de repensar lo que les estamos enseñando como
valores fundamentales a nuestros hijos, cada día en casa, en la escuela, porque
la felicidad de éstos también depende de lo que harán toda su vida, trabajando
en algo que amen y les apasione y además que les pueda dar la gran satisfacción
de servir a los que más los necesiten, como un estilo de vida más humano y
pueda ser replicado después por sus propios hijos.
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