Un tema bastante
comentado no sólo en medios de comunicación sino ridiculizado en redes sociales,
en estas últimos días ha sido el proyecto del nuevo presidente de Estados
Unidos, Donald Trump, de construir un muro que divida la frontera con México.
Esta propuesta fue uno de sus ofrecimientos más polémicos, ya en la época de su
candidatura y a muchos nos hizo pensar que podría ser una causa de su fracaso
electoral; sin embargo hace poco fue posesionado como el nuevo presidente del
país más poderoso del mundo. Por lo que la idea de construir este muro se
mantiene y parece que pronto se comenzará con este emprendimiento.
La historia nos
ha enseñado que este tipo de medidas sólo causan sufrimiento a ambos lados del
muro; uno de los más icónicos fue el Muro de Berlín que dividió Alemania
durante 28 años y su caída significó uno de los más grandes logros de la
historia occidental celebrado en todo el mundo. Será por eso que el actual
alcalde de Berlín pide al mandatario desista en su idea de construir el muro
con México. Actualmente la división de Corea del Sur y del Norte y la división
de dos comunidades, la turca y la griega por un conflicto de más de 40 años en Chipre son
también los argumentos más sólidos para afirmar que los muros sólo excluyen y
no solucionan ningún problema, es más sólo lo profundizan.
Leyendo noticias
y también posts en Facebook me puse a pensar en lo que significaba y
simbolizaba ese muro, no sólo para los ciudadanos mexicanos que tienen familia
en Estados Unidos y que el muro para ellos significa mantener a su familia
lejos para siempre o aquellos que pensaron viajar allá en búsqueda del “sueño
americano”, sino en todos los que no somos estadounidenses, es decir a todos
los que quedamos fuera, seamos simples turistas, empresarios, profesionales,
etc. Por eso creo que ese muro es sinónimo de exclusión de no dejar entrar al
otro, al que es diferente, al que puede afectar mis propios intereses, al que
no conozco. Las razones no han sido
completamente contundentes, pues Trump asegura, por ejemplo, que los migrantes,
especialmente latinos, son narcotraficantes, pandilleros, etc. Sin embargo según
un estudio de la Asociación por una Nueva Economía Americana, el surgimiento de
nuevas empresas creadas por migrantes creció un 50% entre 1996 y 2011, mientras
que la creación de negocios por los norteamericanos declinó un 10% en ese mismo
periodo, por tanto se puede apreciar así los grandes beneficios que trae la
migración al país del norte, dando sólo un ejemplo.
Este muro
también simboliza la barrera que tiene el actual presidente, frente al “otro”
en general, pues es bien sabido su rechazo y discurso en contra o maltratando a
diversos grupos y ha sido demostrado con las miles de personas que marcharon
hace poco no sólo en Washington sino en otras ciudades e incluso países,
exigiendo que respete los derechos humanos de
las mujeres, y de minorías como las personas de color y los
homosexuales.
Por tanto, es un
ejemplo claro que este fenómeno del muro comienza con una experiencia
individual, es decir cuando uno mismo rechaza al “otro” por ser diferente, por
no entenderlo, por no tener el valor de enfrentarlo y escucharlo, o muchas
veces por temor a mostrar lo que somos y ser rechazados. Entonces este fenómeno
debería ayudarnos a preguntarnos, más allá de la política, si nosotros tenemos
construido un muro alrededor nuestro que aleja a los demás, que nos sirve de
pretexto para pensar sólo en sí mismos y no así en el bien común, y a
preguntarnos también ¿cómo afecta mi vida y la de los demás tener este muro que nos separa?
En este sentido,
pienso que lo mejor es hacer lo que hicieron los alemanes, derribar cualquier
muro que tengamos construidos a nuestro alrededor y exigir como ciudadanos del
mundo que no se construyan otros porque sin muros, sin exclusión se pueden
integrar a compatriotas alejados; culturas diferentes, unir familias alejadas para
lograr ser una mejor sociedad y en el caso individual ser una mejor persona
porque dejaremos que los demás sean parte de nuestra vida y nosotros de la
suya. Señor Trump, nuestro mensaje desde el sur es que no queremos dejar a
nadie a fuera porque estamos seguros que el “otro” puede lograr sacar lo mejor
de nosotros mismos y también de cualquier país.