Sólo faltan
cinco días para que termine el 2016, y como todos los fines de año yo me
planteo hacer una evaluación, me imagino que a muchos de ustedes les pasa lo
mismo: repasar lo bueno y lo malo que nos ha pasado durante estos casi 365
días, nuestros mayores logros, nuestros fracasos, nuestras tristezas, nuestras
pérdidas, lo que aprendimos y lo que nos hizo felices. Creo que es buen momento
para realizar este conteo porque el nuevo año nos brinda la posibilidad de
empezar de nuevo. Sin embargo, esta vez quiero plantearme un reto más ambicioso
que me gustaría que compartan conmigo. Seguro se preguntarán ¿por qué deberían
hacerlo? Espero poder convencerles a lo largo de este artículo.
Empezaré
proponiéndoles que nos hagamos algunas
preguntas ¿Cuántas veces en el año nos hemos sentido estresados, superados por
los problemas y las preocupaciones de la casa y de la familia? ¿Cuántas veces
nos hemos deprimido por no poder encontrar soluciones a todo lo que nos pasa?
¿Cuántas veces nos sentimos alejados de nuestros seres queridos, con los que
hasta tener una conversación parece difícil? ¿Cuántas veces nos hemos sentido
culpables por lo que hemos hecho antes o nos hemos sentido muy ansiosos por lo
que va a pasar en el futuro?
A mí me ha
pasado todo esto durante este 2016, por eso traté de averiguar, leer y preguntar
cuáles podrían ser las causas y la respuesta que más me convenció fue que no
viví mi presente (el momento) conscientemente. Pero se estarán preguntando qué
significa esto, no parece un gran descubrimiento y por otro lado puede sonar
como un planteamiento religioso. Sin embargo puedo asegurarles que es
simplemente la adopción de un hábito tan positivo que puede cambiar nuestra
vida y la de los que nos rodean.
Para poner en
práctica este hábito, en este nuevo año, primero tenemos que ser conscientes de
algo muy importante: a pesar de todo lo que nos han hecho creer “no podemos (o
ya no tenemos que) hacer nada con el pasado, todo lo que hicimos o no, lo que
dijimos o no, no lo podemos cambiar a pesar de que los pensemos y los repasemos
y si fueron tiempos buenos tampoco podemos revivirlos; ni podemos hacer algo
con el futuro imaginándonos lo que podría pasar o sintiéndonos ansiosos por lo
que no controlamos; entonces sólo nos queda concentrarnos en vivir enfocados en
el presente, viviendo un día a la vez, como me diría un amigo “de cada minuto
bien vivido dependerá nuestro pasado y futuro feliz”.
Entonces, ¿qué
beneficios puede traernos el vivir enfocados en el presente? Primero que nos
ayudará a superar el estrés y afrontar mejor los problemas porque no trataremos
de resolverlo todo al mismo tiempo, sino que nos concentraremos en uno primero,
estando frente a frente con el problema sin que nada más exista y luego recién podremos
concentrarnos en los siguientes, siendo conscientes que si esos problemas son parte
del pasado o del futuro no podemos hacer nada. Segundo, enfocándonos en una
tarea, en una actividad lograremos vivirla tan intensamente que podremos ser
más productivos en nuestras actividades laborales como familiares.
Tercero,
viviendo el presente en nuestras relaciones con otras personas lograremos una
mejor comunicación con ellas porque estaremos verdaderamente escuchándoles,
siendo conscientes de lo que respondemos
y ellas lo sentirán. Por último al vivir enfocados en el presente, en cualquier
actividad que hagamos, nos sentiremos alegres y agradecidos por el sólo hecho
de poder hacerlo, porque cualquier cosa puede ser una maravillosa experiencia y
convertirse en un milagro. En síntesis viviendo intensamente cada momento de
nuestras vidas, podremos ser mejores personas que contribuirán a que el mundo
sea mejor.
Entiendo que no
parece una tarea muy difícil, pero seguro, como me ha pasado a mí, si lo
practican, se darán cuenta que controlar nuestra mente no es tan sencillo,
especialmente no pensar en el pasado que ya no volverá y el futuro que no
sabemos que nos deparará; es lo que más me cuesta. Pero lo importante es no
frustrarse cuando lo hagamos, sino simplemente ser conscientes que haciéndolo
no llegamos a ningún lado, y debemos volver de nuevo a enfocarnos en el
presente.
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