Una vez más me
gustaría conversar con ustedes a cerca de las fiestas de fin de año, específicamente año
nuevo, hace una semana me planteé el reto, y se los pasé a ustedes también, de
vivir enfocada en el presente; y hace dos semanas atrás reflexionamos sobre cómo
conseguir la felicidad sin pensar en lo material. Ambos temas me hicieron
pensar sobre los nuevos comienzos porque tengo una razón bastante personal y es
que en unos días nacerá mi segundo hijo y estoy segura que mi vida volverá a
cambiar drásticamente; así me di cuenta que no puede existir un comienzo sin un
final, para que comience un nuevo año tenemos que despedir el anterior, por eso
nos esforzamos tanto en participar en los rituales de fin de año, ir a una
fiesta, comer un plato especial y seguir tradiciones de todo tipo. Todo con la
esperanza de tener la opción de empezar de nuevo, que los nuevos 365 días nos traigan todo tipo
de oportunidades, pero pienso que una de las más importantes debería ser la
libertad de dejar el pasado olvidado, de cerrar círculos en los que hemos
estado transitando durante mucho tiempo y que no aportan nada ya a nuestra
vida, esto incluye relaciones amorosas destructivas, amistades tóxicas que llenan
de negativismo nuestra vida, algunos malos hábitos y especialmente el pensar
sólo en nosotros mismos. Sólo después de cerrar esos círculos podremos
concentrarnos en lo que verdaderamente puede hacernos felices.
Entonces ¿qué es
lo que puede hacernos felices? Algo que he leído en libros, artículos y hasta
en post de Facebook es que la felicidad es una decisión, que no depende de lo
que nos rodea sino de la actitud con la que nosotros enfrentemos cada minuto de
nuestro presente, por lo que depende completamente de nosotros ser felices,
pero como lo comprobaremos en la práctica, no es tan sencillo como simplemente
manifestar este deseo. Muchas veces cuesta, a mí especialmente, por ejemplo
decidir qué es lo que queremos o no en nuestra vida, si estuviéramos seguros de
esto, podría ser la luz que nos guíe en
la toma de nuestras decisiones y nuestras acciones cada día.
A pesar de todo
creo firmemente que la aseveración del escritor argentino, Mamerto Menapace,
Monje Benedictino que es una inspiración para cada uno de nosotros en la
búsqueda de un camino propio hacia nuestra decisión de ser felices cada día. Él
afirma que “…a esta vida venimos a tres cosas: aprender a amar, dejar huella y
ser felices”.
Saber amar es
algo que damos por sentado, sin embargo si lo pensamos bien ¿quién nos enseñó,
cómo lo hizo, dónde? Muchos de nosotros venimos de familias en las que el amor no era un tema
que se practicara continuamente, ni siquiera sólo con el ejemplo, y menos aún
el amor a uno mismo. Muchos aprendimos amar recién con nuestra pareja y
nuestros hijos, por lo menos yo siento que todavía estoy en el proceso de
aprender a amarme a mí misma; y es tan cierto que sólo a partir de amarnos
podremos amar a los demás, así que mi camino continua.
En cuanto a
dejar huella, este concepto lo tenemos
tan tergiversado, pensamos que sólo teniendo mucho dinero, o un puesto de
poder, o éxito en nuestra vida profesional podremos dejar una verdadera huella;
sin darnos cuenta que existen otras formas más espirituales por la cuales esa
huella puede ser más profunda aún, por ejemplo: formando a nuestros hijos para
que sean hombres y mujeres de bien que quieran cambiar al mundo para que sea
más justo y equitativo para todos los seres humanos; compartiendo junto a los
demás con amor, haciendo que la vida de otro ser humano sea mejor;
contribuyendo a dejar un medio ambiente más limpio a las nuevas generaciones, o
cosas más simples como dejar siempre con una sonrisa a la persona con la que te
topes en tu camino, enseñando a amar a nuestros hijos, convirtiendo nuestro
hogar en el mejor lugar para descansar y
participar en las actividades de la familia con nuestros seres queridos y así
podríamos seguir y seguir.
Finalmente tenemos que ser felices, para lo cual, debemos ser
conscientes que esta decisión de cada mañana cuando despertamos no nos alejará
de los problemas, de las crisis y los contratiempos, pero contribuirá a
cultivar una mejor actitud para afrontarlos, uno por uno, sin estresarnos ni
sentirnos ansiosos. Este nuevo concepto de felicidad nos hará entender también
que no podemos ser felices solos sino que compartiendo este sentimiento se
duplicará y seremos más felices aún, dejemos fluir la felicidad en nuestra vida
y en la vida de los que nos rodean estos nuevos 365 días del 2017. ¡Feliz año
Nuevo!
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