La noticia sobre
la aprobación del juego con agua en los días de carnaval por el Consejo
Municipal de Sucre ha causado reacciones negativas en la población, por ejemplo
en redes sociales como Facebook y Whatsaap pude ver post en contra de esta
decisión como una que decía: “Degradados a la inconsciencia y la jarana… pobre
ciudad, tan bella, con una historia increíble y con tanto daño ahora…” y otra
muy interesante “Será que de la forma en que recordamos los sacrificios de
animales como ofrendas, los gladiadores, los esclavos que se mataban como
espectáculo, algún día nuestros descendientes nos recuerden y digan:
¿festejaban botando agua dulce tratada?... Qué salvajes”. Esto me hizo pensar
que nuestra búsqueda de placer inmediato, muchas veces, nos hace olvidar o no
ser conscientes de las consecuencias que pueden traer nuestros actos para
nuestro futuro y el de próximas generaciones, demostrando así que todavía
vivimos una cultura egoísta que sólo piensa en su bienestar y deja de un lado
el bien común.
Es cierto que
uno debe disfrutar y vivir el presente intensamente, pero esto no quiere decir
que tomemos decisiones que dañen a los demás o a nosotros mismos; el año
pasado, hace unos cuantos meses atrás, la ciudad sufría de escases de agua
preocupante y parece que este problema ha sido olvidado, primero por nuestras
autoridades y puede serlo por nosotros si festejamos estos carnavales como si
el hecho no existiese o ya se hubiera solucionado.
Nada más lejos
de la realidad, pues si bien las autoridades municipales avanzaron en proyectos
que solucionen el tema como el proyecto Sucre III, el cual permitiría
incrementar el caudal de agua mediante la construcción de dos túneles, evitando
así derrumbes que interrumpían el suministro; o la anunciada construcción de
una represa en la zona de Cachimayu, uno de los principales afluentes del río
Pilcomayo que está ubicado a 15 kilómetros de nuestra ciudad, para abastecer
con agua potable a la población. Sin embargo, estos proyectos fueron anunciados
hace varios años atrás y todavía no son una realidad por lo que no pueden ser
considerados como una solución a corto plazo.
Por tanto, la
aplicación de la resolución del Consejo Municipal sería además una falta de
solidaridad con las familias de los barrios alejados de nuestra ciudad, pues
ellas todavía están sufriendo el desabastecimiento del líquido elemento,
teniendo horarios restringidos en los que pueden contar con agua; al igual que
los hermanos departamentos de La Paz y Potosí. ¿Cómo es posible que habiendo
gente en Sucre y en Bolivia que no tienen agua para cocinar o asearse nosotros
la desperdiciemos en un juego?
Uno de los
argumentos de los Consejales fue que el juego con agua es una tradición
sucrense difícil de evitar y en parte es cierto, las tradiciones, especialmente
en Latinoamérica son importantes porque contribuyen a la construcción de
nuestra identidad; también es cierto que son acciones que pueden ser repensadas
desde una perspectiva de nuestras actuales circunstancias como sociedad y
nuestra realidad ambiental. Aquí podríamos preguntarnos, en cuatro días cuántos
litros de agua desperdiciaremos en los
juegos carnavaleros? ¿Cuántas familias podrían ser abastecidas con esa
cantidad? Aunque el agua no sea bebible, ésta puede ser usada en la limpieza y
aseo de los hogares. Otro argumento también es que con la venta de globos
algunas familias obtienen recursos económicos, mi pregunta aquí sería: ¿Estas
mismas personas están conscientes de cuánto podría afectar a un desabastecimiento
general de agua su actividad mercantil?
Pero aún tenemos
tiempo, siempre he pensado y lo he expuesto en anteriores entregas de esta
columna, no podemos sólo esperar a ver lo que hagan las autoridades, cada uno
de nosotros puede aportar con su granito de arena, si contribuimos no jugando
con agua este carnaval, explicando a nuestros pequeños la importancia de pensar
en los demás y no sólo en nosotros, si no compramos globos con agua y si
podemos convencer a más gente que no lo haga estaremos contribuyendo a la
solución del problema. Por otro lado creo que lo mejor de las tradiciones es el
Carnaval de Antaño que no tiene nada que ver con agua sino con verdaderas
costumbres sucrenses como la música y el baile que podemos disfrutar sin
afectar a otros. Pienso que sólo así podremos ser recordados como una sociedad
o ciudadanos que no se dejaron llevar por intereses mezquinos y egoístas y que
a pesar de las tradiciones nos pusimos en los zapatos de los demás siendo
solidarios y así contribuimos para que el líquido elemento no sea un derecho
sólo de algunos sino de todos.
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