domingo, 19 de noviembre de 2017

Vivir una vida equilibrada



Les ha pasado alguna vez ¿sentirse totalmente abrumados por las responsabilidades que tienen en su trabajo; sentir que el estrés los sobrepasa al punto de afectarlos físicamente; y que no podrás cumplir con las fechas de entrega, que no estás capacitado para asumir todas las labores que te encomendaron?

Se han dado cuenta que, en la actualidad, en las solicitudes de personal un requisito para acceder a un número creciente de cargos es tener la capacidad de trabajar bajo presión ¿qué quiere decir esto? Encontré esta definición de la Universidad EAFIT Colombia: “…Trabajar bajo presión puede entenderse como la competencia de trabajar bajo condiciones adversas, de tiempo o de sobrecarga de tareas, manteniendo la eficiencia”.

A estos datos se suman el creciente número de personas en todo el mundo que mueren debido a una sobrecarga de horas laborales, la noticia más reciente fue la de una joven periodista japonesa de la cadena de noticias NHK que murió después de trabajar varias horas extras y solo tomar dos días de descanso en un mes. Su muerte fue debido a una “insuficiencia cardiaca congestiva” una de las varias enfermedades que se describen como consecuencia de trabajar más de 50 horas al mes; según la noticia ella lo había hecho 159 horas en un mes.

Todo esto nos da la base para poder reflexionar sobre este tema que cada día se va haciendo más común no solo en países del Norte o Europa sino en nuestras ciudades. En mi experiencia, si bien no pasé por lo que pasó la periodista de la noticia, también tuve presión en la entrega de trabajos para una fecha específica; pues no me dieron el tiempo necesario para su realización; también experimenté el estrés de querer que las actividades, fuera de horarios de trabajo, terminen  pronto para poder ir a casa con mi familia y por supuesto que mi trabajo sea sobresaliente siempre. Probablemente como madre la ansiedad de volver a casa pronto será normal, pero me imagino que para los varones también es una preocupación tener que estar trabajando en un horario en el que deberían estar disfrutando con sus familias.

Es cierto que la competitividad y la falta de fuentes de trabajo influyen para que no nos pongamos a pensar por qué las instituciones necesitan que sus empleados tengan la capacidad de trabajar bajo presión, ¿es que acaso los objetivos institucionales, metas y acciones o actividades no han sido planificadas con anterioridad para que no se deba correr a contra reloj? Así no tener que presionar a sus colaboradores a trabajar en situaciones adversas para lo que necesitará hacerlo en horas extras ni que realicen trabajo en menos tiempo del necesario.

Pero lo más importante es ¿por qué nosotros aceptamos esta situación, dejamos que nos presionen y nos exijan más de lo que es posible, por qué dejamos que el trabajo se convierta en un ámbito de nuestra vida más importante que nuestra familia? Probablemente por estas razones los “millennials” (generación que nació entre 1980 al 2000) prefieren avocarse casi completamente a su desarrollo profesional y con lo que ganen dedicarse a viajar y disfrutar de la vida, es un  planteamiento de estilo de vida válido; sin embargo quedan las preguntas ¿Qué pasa con el ámbito familiar? ¿Qué pasará cuando hayan envejecido, sean despedidos, se enfermen y no puedan trabajar, o cuando se les termine el dinero ganado con tanto esfuerzo? ¿Quién estará allí para apoyarlos, consolarlos, acompañarlos si no han desarrollado y fortalecido su familia?

Lo importante de vivir una vida equilibrada es justamente, encontrar un equilibrio y eso significa que como seres humanos debemos desarrollar de manera equivalente todos los ámbitos de nuestra vida: familiar, profesional, social, física, etc. Porque si nos concentramos en una sola lo que lograremos serán síntomas como la depresión, frustración, estrés y otros; pasa por ejemplo, cuando una madre de familia solo desarrolla su ámbito familiar y deja a un lado el profesional; cuando sus hijos crecen y se van de la casa siente que su vida ha terminado y una mujer que sacrifica su vida familiar por su trabajo tampoco es bueno.

En conclusión pienso que no debemos ver el trabajo como el fin último de nuestra vida, la felicidad debe serlo y para conseguirla todos los ámbitos deben estar equilibradamente desarrollados de manera que seamos los mejores en el trabajo, pero también seamos los mejores padres de familia, hermanos, hijos en cada familia, tengamos buenos amigos y así conseguiremos desarrollarnos como seres humanos felices que buscan la felicidad de los demás.


Las mujeres merecemos ser felices




Una niña en cualquier pueblito alejado ve cómo su madre se ha ido consumiendo por el trabajo en la tierra, el cuidado de su casa, de sus hermanos y cuando piensa en su futuro se le ocurre que éste es el único que le espera. En una ciudad otra pequeña ve a su madre joven concentrada en su trabajo sin tiempo para compartir con ella, casi no la conoce ni se interesa por sus problemas o sus sueños, pero le compra todo lo que desea, el futuro para ella tampoco es alentador.

Estas dos situaciones diametralmente opuestas si bien son extremos no están lejos de ser realidades que se viven actualmente en muchos países latinoamericanos y en este mes, que se recuerda el Día de la Mujer Boliviana y el Día Internacional de la Niña me puse a reflexionar sobre cuáles son las circunstancias determinantes para que una niña que luego se convertirá en una mujer alcance la felicidad.

Coincidirán conmigo que son muchas las circunstancias que atraviesa una mujer en el curso de su vida, desde el lugar donde nace, la familia en la que se cría o la ausencia de ella, el tipo de educación que recibe, las personas con las que se relaciona y lo que espera ella de su futuro. Sin embargo pienso que existe un factor trascendental en la vida de toda persona, pero estoy segura que mucho más en las mujeres y es “la autoestima”.

Ustedes se preguntarán ¿por qué especialmente en la vida de las mujeres? Porque a las mujeres en toda la historia nos han tocado circunstancias muchas más adversas para desarrollarnos, por ejemplo: desde hace unas décadas atrás no se tomaba en cuenta nuestra voz, no teníamos acceso pleno a la educación, ni a las oportunidades para un desarrollo integral. Hoy todavía nos quedan más desafíos, a pesar de los grandes avances que las sociedades en el mundo han dado en el restablecimiento de los derechos de las mujeres.

Por lo que para afrontar estos retos, la autoestima se convierte en un factor que puede marcar la diferencia, es una herramienta fundamental en el camino hacia su realización, es la base para desarrollar una personalidad y carácter fuertes, estables y congruentes que les permitan superar los obstáculos que se les presentarán en la vida.

Imaginemos nuevamente estas dos circunstancias: la misma niña que describí antes, que vive en un pueblito alejado, y a pesar de su realidad tiene una maestra que la ha estimulado en el aula  demostrándole que es única, valiosa e inteligente; ella entonces irá recuperando su autoestima y afrontando con más confianza en sí misma su realidad al creer en ella, por tanto su visión de futuro cambiará positivamente. De la misma forma la niña de la ciudad si tiene la suerte de toparse con una prima, tía, abuela o maestra que fortalezca su autoestima, a pesar de la realidad que vive con su madre, podrá entender que la aman y que tiene todo el derecho de ser amada y por tanto merece todo lo bueno, desde crecer en su desarrollo intelectual sin dejar de lado su vida familiar.

En estas postales de vida observamos la importancia de valorarnos, de amarnos y aceptarnos como somos para afrontar cualquier realidad que nos toque vivir, conociendo críticamente nuestras debilidades, defectos, así como virtudes y fortalezas; siendo mujeres esto significará que la confianza en nosotras mismas contribuirá a superar los obstáculos que todavía encontramos en la sociedad; desde sufrir violencia doméstica a manos de nuestras parejas, tener que dejar el desarrollo educativo o profesional por la maternidad; no ser evaluadas objetivamente en las capacidades profesionales adquiridas en comparación a las de un hombre, por tanto no ganar el mismo sueldo que un colega varón, no poder viajar solas por la inseguridad que esto conlleva y así podríamos seguir llenando páginas.

Si formamos niñas, que luego se convertirán en mujeres con una autoestima alta lograremos que estén seguras de sí mismas, que encuentren soluciones a los problemas que se les presenten y que tengan una mirada  positiva frente a cualquier circunstancia; que la confianza en ellas las impulsen a luchar y conseguir sus sueños; que si cometen errores en su vida no se hundan, sino que aprendan de sus experiencias, que tengan capacidad de tomar decisiones en cualquier ámbito; por tanto sean persistentes y nunca se den por vencidas, porque tendrán la seguridad de alcanzar cada una de sus metas, esto las convertirá en seres felices que tengan la capacidad de ver lo bueno en los demás, en el mundo que las rodea y ayudarán a encontrar ese mismo bienestar a los demás y así trasmitiendo todo esto a sus hijos: hombres y mujeres. Por tanto poco a poco se formarán generaciones de seres humanos felices y plenos que busquen el bienestar común, todo a partir de motivar a que las mujeres tengan una mejor “autoestima” para hacerlas felices, ya que se lo merecen plenamente.

Combate la violencia con amor





El 2 de octubre se recuerda el Día Internacional de la No Violencia en conmemoración al aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía de la no violencia.  Este año ha estado antecedido por una noticia que ha impactado a todos los que la vimos en los medios de comunicación, la masacre en Las Vegas, donde murieron más de 55 y están heridas otras 500 personas a manos de un hombre que empezó un tiroteo. Cuando escuchamos este tipo de informaciones nos alegramos de vivir en ciudades relativamente tranquilas y con menos violencia que en países como Estados Unidos; sin embargo tenemos que estar conscientes que la violencia es un fenómeno que tiene muchos niveles y todos son destructivos y afectan a gran número de víctimas. Por ejemplo si bien no vivimos el tipo de masacre masiva que en el país del norte, sí escuchamos todos los días la violencia ejercida, especialmente contra niños, niñas y mujeres de todas las edades; para comprobarlo los reto a ver un noticiero completo cualquier día e ir contando cuántas de las noticias presentadas son referentes a violencia contra estos grupos.

Entonces ¿acerca de qué tendríamos que reflexionar este Día de la NO Violencia? Primero que la violencia no está alejada de nuestro día a día, la vivimos en muchos espacios de nuestra vida, no solo desde el exterior o de parte de otras personas, sino que en algún momento incluso nosotros empezamos con un comportamiento agresivo, por ejemplo cuando perdemos la paciencia y gritamos a nuestros hijos, cuando insultamos, despreciamos o discriminamos a otros, actitudes que luego se pueden convertir en actos violentos, es decir aquellos que se realizan con una intencionalidad. Además nos volvemos en cómplices de la violencia cuando vemos en espacios públicos a alguien que está maltratando de alguna manera a otra persona y no hacemos nada, cuando no nos manifestamos si en el centro educativo de nuestros pequeños hay una pelea entre niños y cuando le aconsejamos a los hijos que pegue a ese compañerito que tanto le molesta por que “tiene que aprender a defenderse”; de todas estas formas estamos contribuyendo a más violencia.

Sin embargo también lo hacemos cuando no enseñamos a los hijos a controlar sus emociones, especialmente las negativas, aquellas que fácilmente se nos van de las manos, como el enojo y la ira, estas emociones que son las responsables de que no se esté completamente conscientes de lo que se hace en el momento de exaltación y que nos pueden llevar a cometer gravísimos errores y si llegan a ser continuas podrán consolidarse en hábitos violentos. 

Por todo esto, en vez de solo quejarnos por toda la violencia que se vive en la sociedad actualmente, esperando que el Estado u otras instancias encuentren soluciones, seamos parte de esa medida, eduquemos niños y niñas sensibles, empáticos y respetuosos con los demás; solidarios, que no se callen si hay que defender a alguien que lo necesite, si hay que denunciar un acto de violencia, porque una educación respetuosa hará la diferencia, pero ¿có
mo podemos lograrlo?, después de reflexionar y leer literatura al respecto puedo decir que la mejor forma es a través del amor, a pesar de ser una persona impaciente y renegona, todos los días trato de ver con más amor a mis hijos, no es fácil, no hay un cambio de la noche a la mañana, es un proceso, pero si no empezamos con pasos pequeños nunca avanzaremos.

Cada día tratemos cariñosamente a los hijos, despertemos y demos un beso de buenos días y al despedirlos a la escuela, al acostarlos y sin tener ninguna excusa, que sepan que expresar amor es la mejor forma de combatir todas las emociones negativas, también es importante admitir los propios errores y disculparnos con ellos cuando perdemos la paciencia, y demostrarles en cada una de nuestras acciones nuestro compromiso por cambiar, así ellos sabrán que pueden equivocarse, que no está mal, pero que el error solo les debe servir para aprender de él y en adelante mejorar.

Pienso que estos dos pequeños y sencillos pasos pueden convertirnos en actores que previenen la violencia desde la raíz del problema, porque está comprobado científicamente que las personas que ejercen violencia de cualquier tipo contra otros es porque, en un alto porcentaje, tienen baja autoestima, vivieron o vieron directamente violencia en su infancia, por tanto construir un futuro con menos violencia en los hogares y en la sociedad está en nuestras manos y corazones como padres. La mejor forma de combatir la violencia es a través de una educación con amor y respeto.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Amistad sinónimo de reciprocidad



Septiembre nuevamente me inspiró para hablar sobre otro tema que nos concierne a todos, tal vez de forma diferente y en niveles distintos, les hablo de la amistad. No sabía que la palabra en sí venía de amor pero pensándolo bien es lógico porque es la interrelación social en la que los individuos comparten un afecto personal desinteresado.

Personalmente a lo largo de mi vida tuve la suerte de contar con muchísimas personas, todas muy buenas amigas, cada una de ellas enriqueció mi vida y espero poder haber hecho lo mismo; muchas se quedaron junto a mí a pesar de no estar físicamente conmigo por lo que las considero amigas del alma. De cada una aprendí cosas diferentes, de mi amiga Neyza, que uno puede encontrar una persona tan parecida a ti que asusta porque eso no pasa seguido, de Nona a ser valiente defendiendo a los que más necesitan y que la generosidad puede ser la alegría más grande en nuestras vidas. Conocí a dos Patys, en el colegio mi primera amiga Paty me demostró su cariño incondicional, especialmente en los momentos más difíciles, incluso cuando nadie más se quedó junto a mí; Paty de la universidad me enseñó que podía confiar absolutamente en ella porque nunca me juzgaría. Nurit con su calidez y luz me sigue apoyando y guiando; con mis amigas Marcela y Madaí compartimos diferentes etapas de nuestra vida apoyándonos siempre.

Seguro que ustedes ahora estarán recordando amigas y amigos de la infancia, de  toda la vida; la importancia de no vivir solos es fundamental para cualquier ser humano, de estas interrelaciones depende nuestro bienestar general y especialmente nuestra salud emocional, estudios científicos así lo han demostrado, pues si en la infancia los pequeños no cuentan con amigos y amigas pueden sufrir alteraciones emocionales y les costará más adaptarse a nuevos espacios. Para los mayores tampoco es diferente, ya que el número de personas que viven solas en todo el mundo va creciendo exponencialmente y para ellas las amistades son vitales para no sentirse aisladas, aunque vivir sólo tampoco es una condición definitiva ya que personas casadas o que viven con familiares sufren de esta  misma circunstancia y apoyarse en amistades puede mejorar su vida.

Lo importante aquí es estar conscientes que la amistad en nuestra vida es fundamental, justamente esta mañana leía un cuento de Oscar Wilde que me sobrecogió, su título “Amigo Fiel”, en esta narración el autor contaba cómo puede malentenderse lo que realmente es la amistad y cómo a nombre de ésta alguien puede aprovecharse de quien llama su amigo. Este aspecto negativo de la amistad que transita en una sola dirección con fines egoístas, me recordó el caso de  la señora Tomasita Machaca que fue esclavizada durante más de tres décadas, fue entregada por su padre para cumplir una deuda, es decir que el trabajo no remunerado de 36 años debía pagar una deuda x; aquí debemos ser sinceros con nosotros mismos, ¿éste es el único caso? ¿Acaso no existen muchas niñas y niños entregados a sus padrinos “ricos” para que vivan con ellos cuidando a sus hijos o sirviéndoles como una forma de honrar una amistad y claro, según los padrinos darles una mejor vida que no conseguirían con sus progenitores?

Por todo esto, ahora les reto a preguntarse ¿para qué quieres un amigo?, como yo seguramente muchos dirán para no sentirme sola, para que nos apoyen en momentos difíciles, para compartir intereses, actividades, etc. Si lo repensamos la mayoría son razones egoístas solo pensando en nuestro bienestar, por eso tendríamos que completar la respuesta a esta pregunta añadiendo: para querer a ese amigo, brindarle mi ayuda, estar para él o ella cuando me necesite, así la reciprocidad será completa y por tanto se manifestará en una amistad sincera.

En conclusión es importante no dejar que una amistad se enfríe a pesar de la distancia y el tiempo, porque no es fácil encontrar buenos amigos, de ésos que no desaparecen aunque sean malos tiempos y que más bien están firmes a tu lado, de los que se alegran por tus logros y tu felicidad compartiéndola sinceramente; pero también de los que te dicen la verdad aunque no te guste o no sea lo que esperas, todo por ayudarte. Así la amistad debe ser un aspecto de nuestra vida que nos ayude a ser mejores seres humanos, que nos aliente a construir conjuntamente el bien para todos, y no sólo nuestra; que ilumine nuestros días obscuros aunque sea solo con la presencia del otro y nosotros también seamos luz para ellos, porque la amistad la podemos vivir dentro de nuestra familia con nuestros hermanos, con la pareja, porque su base de correspondencia contribuirá a mejorar todas nuestras relaciones. Hagamos más amigos, abramos nuestro corazón y nuestra vida a más personas, porque “La amistad es el más bonito de los regalos de la vida”.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Las pruebas de la vida estudiantil



Debo admitir que esta semana me costó mucho decidir el tema del que escribiría, quería reflexionar sobre los estudiantes, pero no quería hablar solo de la juventud, la alegría y felicidad que significa para muchos esta época de la vida; quería centrarme esta vez en las pruebas que pasamos y que ahora tienen que sortear muchos jóvenes en su paso por el colegio y los primeros años de la universidad.

Para ser más específicos y sin desviarnos en demasiados temas quisiera que nos concentremos  sobre la importancia de la reputación y la autoestima en el colegio, además de cómo manejamos estos temas los adultos frente a nuestros hijos; todo esto si no está bien encaminado puede traer como consecuencia el acoso escolar. Parece un tema duro para un artículo, pero como madre pienso que es muy importante que se discutan sobre estos aspectos y que los padres estemos más conscientes que es una realidad que puede estar afectando a nuestros hijos.

Primero quisiera recapitular algo de mi experiencia en el colegio, tampoco es que recuerde todo, creo que muchas cosas se van olvidando con el paso del tiempo, pero algunos recuerdos quedan, especialmente aquellos que asociamos con sentimientos, como el miedo de no ser algo que quisiéramos ser, esto tal vez les pasa más a la chicas que a los varones, trataré de explicarlo mejor.

En la adolescencia queremos ser las más hermosas, ser admiradas por los demás tanto hombres como mujeres; pero qué pasa cuando no cumples con ese requisito, cuando no te sientes lo suficientemente hermosa. ¿Cómo afecta tu confianza frente a los demás?, ¿Cómo te tratan  por esta razón?, ¿Qué estás dispuesta a hacer para cambiar? Recuerdan haberse hecho esas preguntas en su adolescencia, si no lo hicieron, fueron afortunadas o tal vez simplemente no estuvieron conscientes por su edad.

En la época que estudié los primeros cursos del colegio tuve, como muchas de mis compañeras, estas inseguridades, pero probablemente no fue tan malo porque si bien no contábamos con el apoyo de parte del colegio con profesionales que nos guiaran y aconsejaran, el cariño y la amistad que construimos en el aula sirvió para superar esta etapa de la mejor manera. Sin embargo, algo para reflexionar en este punto es la importancia que le damos a la opinión de los demás y más los adolescentes que están recién configurando su identidad y cualquier bochorno les parece el fin del mundo. Para nosotros que ya pasamos por eso nos parece gracioso y hasta ridículo, pero debemos entender que para ellos es muy importante y actuar en consecuencia.

En estos tiempos han aumentado los peligros; la tecnología por ejemplo, trae consigo la oportunidad de documentar toda la vida de los jóvenes, cualquiera puede filmar con su celular a sus amigos por ejemplo tomando bebidas alcohólicas o en situaciones embarazosas y luego compartirlas en toda la red, ¿Cómo afecta esto en la autoestima y en la seguridad de los más jóvenes?, ¿Cómo afecta su vida y su futuro? ¿Cómo pueden ser extorsionados los jóvenes? Esta situación actualmente se denomina ciberacoso y es un fenómeno que va creciendo exponencialmente. Como padres debemos informarnos sobre ello, debemos conocer el manejo de las redes sociales y lo más importante acompañar y guiar en su uso a nuestros hijos.

Una de las peores consecuencias de no involucrarnos activamente en la vida de nuestros hijos adolescentes es el acoso escolar, es decir cómo algunos jóvenes más fuertes amedrentan y hasta golpean a sus compañeros más tímidos, para demostrar algo a los demás y otros se quedan callados y no hacen nada para defender a las víctimas. Todo esto parece un panorama aterrador, pero las noticias nos confirman estas situaciones, por ejemplo, el joven de un colegio local que acuchilló a su compañero que lo había acosado durante mucho tiempo.

¿Qué podemos hacer como padres? Pienso que lo más importante es enseñar, primero a amarse a uno mismo, a valorarse, a verbalizar sus sentimientos; luego a respetar y tener consideración con los demás, a ser empático con los problemas, penas y conflictos de los otros; a no quedarse callados cuando vean una injusticia y principalmente a pedir ayuda cuando la necesiten y ¿cómo conseguiremos esto? Primero a través del ejemplo, de cómo tratamos a las personas con las que nos relacionamos y también claro con la confianza que vayamos construyendo junto a ellos, ése vínculo que le servirá para identificar como el lugar más seguro, a su propio hogar. Pero también debemos estar atentos a cambios en su comportamiento, notas, depresiones y si sospechamos que son acosados o son acosadores buscar apoyo profesional, solo así formaremos seres humanos que no busquen hacer daño a los demás para sentirse mejor ni tampoco víctimas que no defiendan sus derechos ni de los demás.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El amor que transforma



Septiembre me da la excusa perfecta para hablar sobre un tema del que he querido reflexionar desde hace mucho tiempo: “el amor”, pero no necesariamente del romántico en el que todos piensan cuando se nombra esa palabra, sino el amor como ese sentimiento que se convierte en el motor de las acciones más increíbles de los seres humanos y de los animales, pero también que se traduce en pequeños milagros cotidianos que a veces pasamos por alto.

Coincidentemente esta semana en las redes sociales pude leer pequeñas historias de amor que me confirmaron que este sentimiento puede manifestarse de tantas formas distintas que asombra a cualquiera, cada historia era contada por su protagonista; las que más recuerdo fueron la de un joven que estudiaba lejos de casa, se enfermó y  su padre  viajó en auto dos horas para trasladar a su hijo enfermo desde la universidad a su residencia a treinta minutos de distancia, llevándole una sopa caliente y mermelada hecha por su mama, regresando más tarde de nuevo conduciendo durante otras dos horas; o la que contaba cómo un esposo había trasladado 50 lápices de colores de su esposa, desde su escritorio hasta una mesa en su dormitorio, en el exacto orden que ella dejó para ahorrarle una preocupación.

Así podemos ir describiendo miles de historias más, las que me tocan personalmente al corazón son aquellas en las cuales por ejemplo niños, abuelitos y pequeños animales que estaban desprotegidos, abandonados o enfermos a través del poder del amor de personas cercanas, o de quienes los rescataron transformaron esa realidad cruel en otra en la que la esperanza inunda sus vidas transformando también su estado físico. O viceversa cuando un niño o una mascota gracias a su compañía y amor transforman la vida de personas que se creían autosuficientes o plenas y conocen así la verdadera felicidad que sólo deja el amor.

Todos estos ejemplos nos llevan a pensar en nuestra vida y a reconocer esos pequeños milagros de amor que vivimos cada día junto a los seres queridos, como cuando tu esposo se levanta todas las noches para darle leche a tu bebé para que tú no te despiertes y duermas mejor, o como cuando tu hijo te deja la  última galleta, de ésas que le gustan mucho o tal vez cuando sientes que tus suegros están orgullosos de ti por tus logros, así como cuando a pesar de que te encanta dormir y ni para ir a clases en la universidad te levantabas temprano pero ahora te despiertas a las seis de la madrugada a dar leche a tu bebé y media hora después te levantas para alistar al hijo mayor para la escuela. Cada una de estas situaciones, pueden pasar desapercibidas por la cotidianidad, pero si las reconoces bien son gotitas de amor que fortalecen los vínculos con tus seres queridos y además construyen inolvidables recuerdos.

Además del enamoramiento y la fuerza de la pasión que se desprenden del amor existen otras formas de amor que transforman también nuestra vida, como cuando encontraste el amor de tu vida, también al tener en tus brazos por primera vez a tus hijos después de haberlos esperado nueve meses; en el momento en que regresa un ser querido a salvo de un largo viaje; cuando sientes nuevamente el amor de tu mamá a través de su amor hacia tus hijos; en el tiempo que tu pequeña gatita te sigue por todas partes y no puede dormir si no es a tus pies. Todo este amor te transforma, te llama a ser mejor cada día, a devolverlo a través de la solidaridad con otros que necesitan tu apoyo, tus palabras, tu cariño, aunque no sean parte de tu familia pero que  a través de estos actos movidos por el amor también los transformará y a su vez ellos lo devolverán con otros y así podremos conseguir una cadena infinita de amor transformador.

Lo sé, puede parecer algo cursi, irreal, pero estoy convencida que se puede lograr porque tengo fe ciega en el amor, porque lo he visto transformar vidas, lo ha hecho y sigue haciéndolo conmigo y espero siga haciéndolo con mis hijos y espero que ellos sientan su fuerza a través de todas sus acciones, pero tal vez lo más importante que disfruten de la felicidad que puede dejar este sentimiento no solo si lo sabemos recibir sino especialmente el  dar a los demás, entregando el corazón para transformar el mundo, convirtiéndolo en el mejor lugar donde vivir.



 











jueves, 14 de septiembre de 2017

El tiempo libre vale oro



En un taller para padres de familia mi esposo escuchó decir que es una pena que nuestros hijos no puedan disfrutar los juegos que nosotros jugábamos en nuestro tiempo libre, especialmente los que disfrutábamos en la calle con amigos del barrio, comentaban también que ahora los pequeños se quedan encerrados en las casas jugando juegos en la computadora o en las consolas.

Eso me hizo recordar mi niñez y es cierto que jugaba más al aire libre, porque en casa de mi abuelo teníamos un hermoso patio amplio en el que podíamos jugar a lo que se nos ocurriera, por ejemplo a la búsqueda de tesoros desenterrando pequeños pedazos de vidrio de las paredes de adobe o a las comiditas cocinando con lodo en ollas y cocinas de barro que habíamos comprado en las pasadas Alasitas o simplemente manejando nuestros triciclos. Ahora veo que mi hijo que en su tiempo libre prefiere jugar juegos en play station o ver la televisión, claro que lamentablemente no tenemos un espacio al aire libre porque vivimos en un departamento, pero no sé si lo tuviéramos a él le gustaría salir.

Por todo esto les propongo esta semana reflexionar sobre el tiempo libre de nuestros hijos y cómo deberíamos inmiscuirnos como padres. Personalmente me preocupa cuando veo a mi hijo aburrido o enajenado frente a la televisión o al play station, pero debo admitir también que muchas veces tampoco le doy otras opciones para ocupar ese tiempo. En mis expectativas más altas me gustaría verle leyendo o dibujando, tal vez haciendo alguna manualidad, o practicando algún deporte, pero estoy consciente que si quiero que estas actividades se conviertan en hábitos debo encontrar estrategias muy creativas para contagiarlo.

Leyendo sobre este tema encontré consejos muy interesantes, pero también definiciones importantes, primero que si bien el tiempo libre en los días de escuela, así como en vacaciones pueden ser una gran oportunidad para que los niños aprendan y potencien sus habilidades es fundamental estar conscientes que tiene que ser un tiempo de diversión y esparcimiento, porque es el momento en el que deben encontrar un descanso de los deberes de la escuela; por lo que todo que propongamos a pesar de que pueda ser educativo, ante todo deber ser divertido.

El segundo  aspecto, que me pareció vital, es que cualquier actividad que deseemos que realicen nuestros hijos debe contar con nuestra participación y guía como padres, porque sólo así conseguiremos convertirlos en hábitos saludables, por ejemplo salir a caminar o hacer cualquier actividad física o deporte, leer o dibujar juntos, hacer manualidades, jardinería o simplemente bailar y cantar juntos, también aficiones como coleccionar estampillas u otros objetos puede convertirse en una linda actividad con los pequeños, igual los juegos de mesa que ahora son colaborativos. El tercer punto es respetar su libertad, es decir que si bien podemos sugerir las actividades ellos deberían elegir qué hacer.

Con estos tres conceptos claros será mucho más fácil poder proponer actividades a nuestros hijos cuando nos digan que están aburridos y no saben qué hacer. Reflexionando me parece que sería ideal poder enseñarles los juegos que nosotros jugábamos, pero esto no quiere decir que nos quedemos solo en eso, dejemos que ellos también nos enseñen a jugar los videojuegos, los juegos de las consolas, o los que se puedan encontrar en Internet. Esta es una muy buena excusa para ir conociendo los gustos e intereses de nuestros hijos, por ejemplo yo juego peleítas con mi hijo en su play station y soy tan buena que les gano a él y a su papá. Pienso que es importante compartir estos momentos porque así iremos creando un vínculo que luego, cuando sean adolescentes, nos servirá para que ellos tengan la suficiente confianza para compartir con nosotros sus preocupaciones, sus sueños y también sus tristezas.

En conclusión el tiempo libre es un espacio de real importancia para construir un vínculo con nuestros hijos sean de cualquier edad, pero empezar desde pequeños compartiendo con ellos es ideal, por eso no esperemos las próximas vacaciones sino cualquier tiempo libre que se dé incluso en días de la semana para empezar a crear o reforzar hábitos que luego se traducirán en estilos de vida saludables, por ejemplo si acostumbramos a una media hora diaria de actividad  física, cuando sean mayores será muy fácil para ellos ejercitarse y disfrutar de todos los beneficios que esto proporciona. Empecemos desde ahora, está en nuestras manos que nuestros hijos no desperdicien este tiempo, especialmente en esta época en la que podemos caer en la tentación de dejarlos  por mucho tiempo solos frente a una pantalla.

jueves, 31 de agosto de 2017

Ser joven es un estado mental


En la comedia norteamericana “Hermanas” protagonizada por Tina Fey y Emy Poehler escuché una conversación muy graciosa, pero tan real, Fey preguntaba a una amiga por qué estaba tan deprimida, ella le respondía contándole lo siguiente: “Ayer mientras caminaba por la calle, me paré frente a un escaparate de una tienda y pude ver a una mujer muy vieja y cansada, me miraba muy triste y no pude dejar de sentir mucha pena por ella, de pronto la saludé y me di cuenta que era mi propio reflejo”. Cuando vi esta escena reí mucho, por la forma en que cuenta esta anécdota la actriz, pero luego me puse a pensar que a muchos nos pasa esto; tenemos una imagen de nosotros mismos en la cabeza que no siempre concuerda con cómo nos ven los demás.

Por eso, cuando faltan sólo unas semanas para la llegada  de la primavera que es sinónimo de juventud, me gustaría reflexionar sobre esto. Todos deseamos ser jóvenes por siempre, yo me veía siempre joven hasta que muchos me empezaron a llamar señora y mi ilusión se rompió a pedazos. Entonces me puse a pensar ¿por qué deseamos seguir siendo jóvenes por tiempo indefinido? ¿Qué tiene la juventud que es tan deseada? ¿En qué se diferencia la juventud de la edad adulta? ¿Podemos prolongar la juventud?

Pienso que deseamos ser jóvenes por siempre porque juventud es sinónimo de belleza y de energía. Los jóvenes tienen todo el tiempo por delante; pueden pensar que lo mejor en sus vidas todavía está por llegar; son más arriesgados en sus decisiones y en su forma de amar, tienen poco que perder si se equivocan; sueñan con un futuro brillante y prometedor, sueñan con cambiar al mundo para hacerlo un mejor lugar para vivir; tienen sueños e ideales; aprenden todo rápido y no tienen miedo de aprender cosas nuevas; no les cuesta trabajar mucho y ven las cosas de forma fresca y nueva; se divierten más; se ilusionan fácilmente no sólo con el amor sino con lo que les gusta hacer; pueden comer sin engordar; creen más en las otras personas; con facilidad se animan a ayudar a los demás.

Toda esta enumeración de características nos hace desear ser jóvenes por siempre, ¿quién no quisiera ser así el resto de su vida? Yo lo deseo, por eso pienso que debemos conservar muchas de estas características en nuestra vida cotidiana, pero combinándolas con la experiencia que obtuvimos con los años y así demostrar que la juventud es un estado mental que puede prolongarse de acuerdo a lo deseado por una persona con actitud positiva.

Por ejemplo, si bien no tenemos tanto tiempo como los jóvenes debemos aprender a usar ese tiempo de forma más efectiva, así seremos más reflexivos y menos impulsivos; estemos conscientes y orgullosos de haber cumplido algunas metas y sueños y si no sigamos luchando por hacerlo tal vez no con el ímpetu juvenil, pero sí con la constancia y perseverancia que nos ayudó a llegar donde estamos; no perdamos nuestros sueños e ideales, todavía podemos conseguir cambiar el mundo, tal vez ahora con nuestro ejemplo y formando hijos que sigan nuestros pasos; no dejemos de aprender, a pesar de que no sea tan fácil y venzamos el miedo de aprender cosas nuevas, esto nos ayudará a mantener más saludable a nuestro cerebro; aunque no podemos trabajar tanto como los jóvenes que lo que hagamos marque la diferencia, volvamos a mirar de forma nueva y fresca todo; sigamos divirtiéndonos, tal vez de formas diferentes, pero no dejemos de reír y sonreír; siendo positivos  viviremos más y mejor; continuemos ilusionándonos con el amor, tal vez no con la pasión de los jóvenes, pero sí con la madurez de un amor más sabio y paciente; sigamos comiendo aunque cuidándonos un poco más no dejemos de darnos gustos que nos hagan felices; no dejemos de creer en los demás, a pesar de las malas experiencias que hayamos tenido, la fe en las personas nos ayudará a vivir mejor en sociedad y finalmente no perdamos la capacidad y corazón para ayudar a los demás, es una de las mejores características que aprendimos cuando fuimos jóvenes.


Estoy segura que si aplicamos la mitad de estos consejos lograremos prolongar nuestra juventud, sin importar los años que pasen, porque la vida es muy corta para lamentar la pérdida de la juventud. Entonces les propongo que podamos vivir el resto del camino aprovechando la experiencia y sabiduría que nos dieron los años que ya vivimos pero con ojos, corazón y mente jóvenes, teniendo la seguridad que lo mejor está por llegar y que la juventud –reitero- es un estado mental en el que cada día podemos elegir y planificar nuestra forma de vivir.

jueves, 24 de agosto de 2017

El amor y la sabiduría de los abuelos



Desde mis primeros recuerdos, mi abuelo, para mí, fue un súper hombre, un mago que tenía en una caja enorme fabricada por él mismo, cosas mágicas como botellones de colores inverosímiles, conos de cartón que para nosotros eran los mejores legos y herramientas de toda índole, todo esto sólo podíamos verlo cuando él cuidadosamente abría su caja para arreglar algo en la casa o fabricar algún artefacto que le pedían sus amigos o conocidos. Sus manos grandes y doradas por el sol me impresionaban porque las creía capaz de hacer todo, desde construir casas para las mascotas hasta cultivar hermosas rosas en el jardín. Admiraba de sobremanera su memoria e inteligencia porque se traducía en historias increíbles que inundaban nuestra imaginación, como la vez que comió serpientes y otros animales exóticos cuando fue a la Guerra del Chaco.

Su cariño enterneció mi infancia, él era el que nos llevaba y recogía de la escuela hasta que fuimos adolescentes, pero como mi prima y yo nos cambiamos a colegios diferentes ya no pudo recogernos, creo que ése fue el momento clave en el que recién fui consciente que mi abuelo había envejecido y yo crecido. Él fue la figura paterna de mi vida, por eso cuando murió y no pude despedirme fue el momento más triste de mi vida y hasta ahora de vez en cuando lo sueño, lo veo cuidándome o contándome sus historias interminables.

Soy feliz porque mis hijos, como yo, disfrutan de sus abuelos; debo admitir que con mi primer hijo me dio celos por el amor que le profesaba mi mamá a mi pequeño, pero luego entendí que los abuelos nos vuelven a amar a través de nuestros hijos y que como no tienen la responsabilidad de educarlos, porque esa es nuestra tarea como padres, ellos pueden amar a sus nietos sin presiones ni preocupaciones, además que tienen el tiempo y la paciencia suficientes para brindarles toda la atención y el cariño que necesitan los niños.

No todos tuvimos la fortuna de convivir con nuestros abuelos, de disfrutar de ése amor tierno que es diferente al de los padres, de escuchar los primeros consejos cuando te quedabas solo o cuando te compraban ése juguete que no te darían tus padres porque les parecería un desperdicio de dinero. Es una pena para los que se perdieron todo esto porque además los abuelos son los que nos transmiten los valores y las tradiciones familiares, por eso cuando nos reuníamos en la casa de mi abuelo él nos contaba cómo se cocinaba antes y qué debería tener una buena sopa hecha en casa. Ahora los abuelos de mis hijos les cuentan cómo fue su padre cuando era niño y mi mamá le prepara sus comidas favoritas a mi hijo mayor.

De la misma manera, los abuelos también se sienten muy contentos de poder convivir y ayudar a sus nietos, por ejemplo leía que según estudios realizados por la Universidad de Boston, tener la posibilidad de contribuir en la vida de sus nietos, mantienen jóvenes y activos a los abuelos, previniendo incluso depresiones. Viendo desde la experiencia es cierto, veo la alegría de mi mamá cuando juega con mi hijo, también veo que mi suegro cuando ayuda a mi hijo a hacer algunas tareas y mi suegra mimando a los dos pequeños son muy felices. Pero esto no quiere decir tampoco que nos pasemos de la delgada línea que divide el apoyo del abuso; es decir que nos aprovechemos de los padres y que les dejemos toda la responsabilidad de criar a nuestros hijos. Ellos son una gran ayuda para algunos momentos pero no podemos aprovecharnos de forma egoísta.

En conclusión, pienso que tener la posibilidad de promover una relación estrecha de los hijos con sus abuelos es tan importante para la vida de los pequeños, como de nuestros padres; gracias a estos vínculos los hijos tendrán una identidad familiar más sólida y sus relaciones sociales en el futuro serán mejores y por su parte los padres se sentirán más útiles y valorados por todo lo que saben y esto contribuye a que los padres ejerzamos nuestra misión de mejor forma.


Por eso no perdamos la oportunidad de tener cerca a los padres, no los alejemos de nuestras familias, dejándolos vivir solos o en asilos, el cariño y la sabiduría de nuestros mayores enriquecen la vida en los hogares y brindarles nuestro cariño y respeto es la mejor manera de agradecerles por todo lo que hicieron por la familia y lo que hacen actualmente por nuestros hijos. Su amor es infinito por lo que tenemos que corresponderles de la misma manera, cobijándolos en nuestro hogar y brindándoles los mejores momentos en el final de su vida.

martes, 22 de agosto de 2017

¿Qué regalar al mejor amigo del hombre?



En esta fecha en la que se celebra al ser que nos ama más que así mismo, San Roque, Día del Perro, es importante reflexionar no sólo sobre lo que aportan estos animales a nuestra vida sino lo que nosotros contribuimos a la suya. Como siempre, lo hago desde mi particular punto de vista, como una ex voluntaria de una sociedad protectora de animales y una convencida de las ventajas de tener mascotas.

Primero, me gustaría hablar sobre lo que nos enseñan o nos entregan las mascotas, pienso que al amarnos sin ninguna condición nos hacen mejores personas, pensemos por un momento, tu perro o tu gato te aman a pesar de que no seas el más guapo o la más hermosa, estés o no arreglada, tengas o no dinero, pero principalmente tu mascota te ama como eres y no quiere cambiarte, aquí deberíamos preguntarnos ¿nosotros amamos así? A nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros padres.

Otra gran lección que nos dan los peluditos es vivir el ahora, recuerdo una vez que nuestros perros se pelearon ferozmente por un hueso hasta morder a mi esposo que trataba de separarlos, incluso se sacaron sangre entre ellos, los separamos a uno en el patio y el otro en un cuarto, pero a los pocos minutos abrimos la puerta al perrito que estaba en el cuarto, salió al patio moviendo la cola,  y con el otro se olieron y empezaron a jugar como si nada hubiera pasado, más amigos que antes. Ellos no guardan rencor ni rabia, para ellos el momento de ser felices es el ahora y el pasado se borró para siempre. Tampoco están pensando en el futuro, si bien esconden sus huesos que podría parecer que lo hacen para un mañana, lo olvidan por completo y sólo por casualidad lo encuentran alguna vez.

La característica que siempre he admirado de los animales es que nunca se quejan y tiene que ver con que lo viven el ahora, miles de perros viven en la calle y sólo los que trabajamos rescatando perros nos podemos dar una mínima idea de cuántos sufrimientos padecen, pero ellos muy pocas veces se quejan, para ellos cada día es una nueva oportunidad, de encontrar comida, cobijo, una caricia y si tienen mucha suerte alguien que les ofrezca un hogar. Esa es la felicidad para ellos, cosas simples, pero que son las más importantes.

Estas increíbles lecciones de vida son sólo algunas que nos regalan nuestras mascotas, si somos lo suficientemente abiertos de mente y podemos observar lo que hacen durante su vida. Pero ahora nos toca pensar qué es lo que hacemos por ellos, a pesar de que existen muchos dueños que devuelven ése cariño a sus mascotas, existe también una realidad muy lamentable: algunos los hacen pelear con otros perros hasta que un día mueren de esta horrible manera, otros los golpean por diversión, hay quienes los encadenan o matan de hambre o las personas que los explotan para ganar dinero vendiendo sus cachorros, también están los dueños que los abandonan o no son responsables y los hacen reproducirse sin pensar en el futuro de todas esas crías.

Pero estoy segura que podemos ser mejores humanos para ellos y buscar un regalo que no sólo les demos el día en que se los celebra sino toda su vida, que no es muy larga, por ejemplo podemos regalarles ser dueños responsables que se preocupen de su alimentación, su higiene, su salud, su seguridad y su diversión; actuar con ellos con respeto, viéndolos como seres que están a nuestro cuidado y no como mercancías que se pueden comprar y vender; además como dueños procurarles un cariño equilibrado que no quiera convertirlos en otros seres humanos porque no lo son y si lo hacemos les estamos haciendo daño porque les quitamos su identidad.

Finalmente, el regalo más importante que les podemos entregar es pensar no sólo dos veces sino muchas más cuando decidamos tenerlos en nuestras vidas, pensar si tenemos el tiempo y la paciencia suficiente para cuidarlos, el dinero para ocuparnos de sus necesidades y si vivimos con más personas que ellas estén de acuerdo y se hagan responsables conjuntamente y por último regalarles la promesa de que estaremos para ellos toda su vida y los llevaremos donde vayamos porque son parte de nuestra familia y a la familia se la cuida, se la quiere y se la respeta.


¿Por qué son importantes nuestros padres?





La noticia que me impactó como a muchos la semana pasada fue aquella que contaba cómo una hija y su esposo habían retirado del hospital a su madre que estaba desahuciada por los médicos pero que no había fallecido aún. Uno pensaría, como sería lógico, que la llevarían a su casa para que pueda pasar sus últimos minutos de vida junto a sus seres queridos, pero no fue así la trasladaron directamente a una sala de velatorios donde esperaban que muera; como siempre la vida nos trae sorpresas o enseñanzas en realidad, la madre no muere y sufre muchas horas en un lugar no apto para su estado.
Esta triste historia me hizo pensar en una pregunta ¿por qué son importantes los padres en nuestra vida? Tal vez parezca una pregunta con una respuesta muy obvia, pero quiero que me acompañen a reflexionar en ella. Tal vez encontremos algo más de lo que nos imaginamos y podamos entender lo que estas personas hicieron.

En primera instancia los padres son los que nos dan nuestra identidad, es decir el saber de dónde venimos, pero también gracias a ellos se fortalece o no nuestra autoestima; nos enseñan a amar y ser amados, por sus enseñanzas, sabemos qué está mal y bien; en muchas ocasiones heredamos o aprendemos las mejores virtudes y los peores defectos. Gracias a su ejemplo sabremos cómo queremos constituir la propia familia; pero principalmente son los que nos darán la certeza o no de que podremos conseguir todos los sueños que anhelamos.

En muchos casos, lamentablemente también es cierto que nuestros padres son los que nos dejan los mayores temores e inseguridades ya sea por su ausencia, abandono, falta de cariño, abuso, violencia y otros.

No obstante pienso que tampoco  podemos dejarles toda la responsabilidad de la vida futura a ellos, es cierto que nos dan las bases,  pero no son los que tomarán decisiones cuando seamos mayores. Depende de nosotros cómo llevemos adelante el camino que nos tracemos, está en nuestras manos superar todo lo negativo de nuestro pasado; también nos toca la responsabilidad como hijos tratar de entender lo que tuvieron que pasar ellos por nosotros y comprender también que como todo ser humano cometieron errores, que nos afectaron profundamente quizás, pero que el ser padre es una responsabilidad tan grande que no todos estamos preparados.

Pienso que esto es más fácil de entender cuando nos convertimos en padres, y tenemos en nuestras manos la vida, el desarrollo emocional y físico de los hijos, toda decisión que tomemos afectará positiva o negativamente y a veces nos sentimos tan inseguros de lo que hacemos y  no tenemos la menor idea de cómo reaccionar frente a algún acontecimiento o  problema.

Definitivamente no es sencillo ser padre o madre, pero algo que estoy aprendiendo con mis hijos es que no está mal equivocarse, lo importante es admitirlo, disculparse y aprender lo más que pueda de ese error, así tenemos la oportunidad de enseñar a nuestros pequeños que no tenemos que ser perfectos, que no está mal equivocarse, saber perdonar, pedir perdón y aprender de nuestros errores.
Por todo esto, las relaciones entre hijos y padres tampoco son fáciles, mientras vamos creciendo, la imagen que tenemos de nuestros padres se transforma de héroes a personas que no saben nada, o que no entienden ya sobre la vida actual y quieren que vivamos a su manera y ellos por su parte nos ven transformarnos de dóciles niños a rebeldes adolescentes e incontrolables jóvenes. Deseando desde el fondo de su corazón que no cometamos los mismos errores que ellos cometieron, porque en cada una de nuestras caídas ellos sufren el doble y lo más importante es que encontremos felicidad y  estabilidad financiera para que puedan quedarse tranquilos cuando ya no estén junto a nosotros.


Por todo lo expuesto aquí, a pesar de cualquier problema o crisis que tengamos con nuestros padres, no podemos dejar de respetarlos, de agradecerles por la vida que nos dieron, incluso por sus errores porque sin ellos no seríamos las personas que somos. Es nuestra responsabilidad como hijos, como seres humanos cuidarlos, propiciarles una vida tranquila, segura y llena de cariño en sus últimos años y no dejarles abandonados en hospicios sin visitarles, o esperar su muerte para estar más tranquilos, porque cuando nos falte nuestra madre o nuestro padre no tendremos a nadie más que nos ame tan desinteresadamente, porque como vimos, ni nuestros hijos pueden hacerlo.

El pensamiento positivo cura



Hace dos semanas todo en mi vida parecía tranquilo y sin problemas, pero el destino me deparaba algo muy diferente, de pronto un dolor que no parecía tener importancia me llevó al hospital y terminó con una operación de emergencia por apendicitis. Todo pasó tan rápido que ni pude despedirme de mis hijos ni prepararme para lo que iba a pasar, de pronto estaba durmiendo en una cama junto a otras mujeres que tenían padecimientos parecidos y en algunos casos peores. Las primeras noches fueron muy tortuosas no por un dolor propio sino el de mi compañera de la cama a mi mano derecha, una señora no muy mayor que tenía tantos padecimientos que el dolor le quitaba el sueño y sólo lograba pedir a Dios y a su madre que la ayudaran.

Mi operación no fue la más sencilla, pero fue exitosa y por eso debo agradecer a los doctores que me atendieron con toda profesionalidad, pero también con humanidad porque cuando una está asustada y vulnerable lo que más necesita además de ser atendido por profesionales que conocen perfectamente su ciencia es ser cuidada por ellas, pero con ojos de humanidad y empatía.

Por todo esto a pesar de ser una experiencia poco agradable el cuidado cariñoso, informado y profesional fueron los que me ayudaron a mí y a mis cuatro compañeras a mejorar día tras día; es verdad que no todos fueron así porque todavía sensiblemente existen trabajadoras de la salud que olvidan que los pacientes además de estar pasando por dolor físico tienen miedo e incertidumbre que los hacen más vulnerables, para ellas espero que se contagien de sus compañeras que entregan su corazón en cada paciente haciendo por ellos más de lo que sus responsabilidades lo describen.

Pero para una pronta recuperación no sólo influye este aspecto sino el apoyo de las personas con las que convives todo el tiempo que te encuentras en el hospital y por suerte yo tuve compañeras con las que sintonizamos de inmediato a pesar de ser todas diferentes, lo importante fue que teníamos en común nuestros miedos, pero también nuestro deseo de mejorarnos, de volver a nuestros hogares y continuar nuestra vida de la mejor manera.

Los cinco días de mi estadía tuvieron altas y bajas, trataba de mantener un pensamiento positivo por mí misma pero también para compartirlo con mis compañeras y estoy segura que ellas mismas tenían el mismo desafío cada día, sin embargo no era fácil cuando el dolor nos ganaba, o algún otro problema derivado del dolor y el miedo nos arruinaba la jornada y sólo la tristeza parecía quedarse en nuestras mentes y corazones.

No obstante si veíamos que alguna perdía la esperanza, todas nos poníamos a animarla, buscando excusas positivas e incluso gritando que sí se podía, por ejemplo cuando teníamos que lograr el reto de pararnos de la cama solas, sin ayuda, después de la operación, o simplemente acompañando con cariño hasta que le pase el dolor a alguna; tal vez alertar a los médicos y enfermeras si una se ponía mal o simplemente consolar con abrazos a la que lloraba impotente sin saber con certeza lo que le provocaba el dolor.

Cuando una está alejada de sus seres queridos, se hace muy gratificante encontrar personas que higan de una experiencia traumática  algo más llevadero, y poder construir así relaciones de amistad que tal vez no comenzaron en los mejores momentos, pero que serán más sólidas porque pasaron la prueba de fuego de la amistad labrada en los peores momentos.

Después de todo, sólo espero que todos los profesionales en salud sean como los que me atendieron, llenos de pasión y vocación por su labor para que continúen atendiendo a los que más los necesitan y que las personas que tengan que pasar por alguna de estas experiencias tengan presente que el pensamiento positivo, es igual de importante que las medicinas que nos recetan, porque sólo así podremos lograr una recuperación completa y también podremos contagiar a los que estén alrededor nuestro.


Por supuesto que no es fácil y menos en situaciones así, pero nuestro cerebro es poderoso y nosotros debemos saber controlarlo a través del amor, la fe y el deseo de continuar nuestra vida sanos y junto a los que más queremos.

El poder de una sonrisa



Esta semana además de esta columna debía escribir un cuento que tiene como tema principal la sonrisa para lo que se me ocurrió imaginar a una mujer que vende sonrisas porque se da cuenta que ya nadie sonríe; entonces me puse a reflexionar sobre la sonrisa, primero averigüé que es innata en los seres humanos ya que hasta los bebés en el vientre sonríen, aun los que son invidentes de nacimiento cuando escuchan la voz de sus padres, entonces caí en cuenta que estamos hechos para sonreír.

Sin embargo, algo que me preocupó fue cuánto sonreímos en nuestro día a día; investigando algunos estudios que hicieron universidades como Harward, encontré que, por ejemplo los niños sonríen un promedio de 400 veces al día y apenas 3 de  cada 10 adultos sonríe 20 veces al día. Es sorprendente ¿verdad?

Por eso, les propongo pensar en su día hasta el momento que lean estas líneas, ¿cuántas veces han sonreído? ¿Cuáles fueron las razones por las que lo hicieron? ¿Cómo se sintieron al hacerlo y después? Tal vez ya lo sabían pero me gustaría recordárselos, sonreír tiene muchas ventajas no sólo en lo emocional, sino también en lo fisiológico y social. 

Por ejemplo, cuando sonreímos el cerebro libera endorfinas, el efecto es sentirnos felices, normalmente cuando algo nos agrada o nos hace felices el cerebro manda mensajes para que nosotros sonriamos, sin embargo podemos influenciar o engañar a nuestro cerebro si sonreímos aunque no estemos felices, el cerebro lo interpretará igual que cuando somos felices y liberará endorfina que nos hará sentir bien. Lo que quiere decir que aunque no estemos felices podemos propiciarlo si sonreímos y en contraposición si no sonreímos podemos ser más propensos a deprimirnos.

Naturalmente, la consecuencia lógica de sonreír más, es que poco a poco nos transformamos en personas más positivas y por ende transmitimos esta energía a las personas que tenemos cerca. Estudios hechos también en Harward demuestran que las personas que sonríen más son consideradas más confiables, amables y cercanas, pero también el sonreír provoca que las personas confíen más en los demás; otra consecuencia gratificante es que provocamos en el otro también una sonrisa y consecuentemente un cambio positivo en su estado emocional.

Socialmente, también una sonrisa consigue que nos veamos más atractivos y que nuestras posibles parejas sientan más confianza en conversar con nosotros, además de tener la libertad de contarnos cosas más personales.

Cuando sonreímos, además de las endorfinas se libera la serotonina y otros calmantes naturales que ayudan a aliviar dolores y malestares que podamos tener como el estrés, entonces una sonrisa se convierte en el mejor analgésico natural que está a nuestro alcance, será por eso que han cobrado importancia prácticas como la risoterapia. Esto se debe a que según estudios científicos sonreír causa el mismo efecto que comer 12.000 barras de chocolate o ganar mucho dinero.  De la misma forma ver que alguien nos sonría genuinamente también tiene efectos positivos en nosotros, más si es un bebé, alguien que nos parezca atractivo o personas cercanas como amigos y familiares a los que apreciamos.

Por todas estas ventajas les propongo que todos los días busquemos sonreír más, tal vez al principio no sea fácil, pero aquí les doy algunos consejos para poder conseguirlo poco a poco, tratemos de estar más conscientes de cada cuánto sonreímos, tratemos de hacerlo en la calle mientras caminamos o vamos en un vehículo pensando en recuerdos agradables que tengamos o en alguna ilusión o sueño encantador, pensemos en las personas que amamos, ya sean nuestros hijos, parejas, padres, hermanos, amigos; también nos puede ayudar a sonreír más ver películas o series cómicas o lo que nos cause gracia; ahora gracias a las redes sociales tenemos a nuestro alcance videos cortos graciosos, por ejemplo, yo prefiero los videos de animales en general y de gatos en particular; busquemos momentos agradables con seres queridos para convertirlos en hermosos recuerdos que luego nos ayuden a sonreír al recordarlos.

En conclusión busquemos cualquier excusa para sonreír, si estamos felices, pero también cuando estemos tristes porque nos ayudará a ya no estarlo, sonriamos a todos nuestros seres queridos, pero también a los extraños podemos estar ayudando a que se sientan mejor sin saberlo, dejemos a la sonrisa transformar positivamente nuestra vida, transformar nuestros pensamientos para poder transmitirlos a los demás, porque el mejor regalo que podemos dar a cualquiera es una dulce y genuina sonrisa.


  

El perdón es más poderoso que la venganza



Varias circunstancias me hicieron pensar en el tema que en esta semana quisiera reflexionar junto a ustedes, todos nos llenamos la boca en búsqueda de justicia cuando escuchamos en las noticias hechos como el feminicidio o el infanticidio porque parece mucho más fácil saber cuál es castigo justo para los victimarios.

Pero qué pasa en nuestra vida cotidiana cuando sufrimos de parte de alguien, incluso de seres queridos una serie de ofensas, abusos, humillaciones e injusticias que nos causan dolor; y que como consecuencia estas acciones nos llenan de rabia, resentimiento y hasta odio. Pues en muchos casos de estos sentimientos negativos nace el deseo de venganza, un deseo visceral con el que creemos que podremos encontrar tranquilidad o de alguna manera resarcir el dolor que nos causaron.  En los casos que nos tocan tan de cerca parece que la ley del Talión “ojo por ojo diente por diente” sería el único código que pudiera sanar nuestras heridas, sólo viendo sufrir al causante de la misma forma que lo hicimos nos sentiremos mejor. Vemos todo esto cumplirse en películas, telenovelas y libros, ¿pero esto es real? ¿Será la venganza la mejor manera de solucionar nuestros conflictos con otras personas?

Por experiencia propia puedo decir que no; que la venganza sólo te hostiga a acumular sentimientos negativos como el rencor y el resentimiento y esto a su vez te trae más consecuencias negativas como vivir en el pasado repitiendo y repitiendo la ofensa, el abuso, la humillación o la injusticia, lo que no te deja comenzar de nuevo, mantiene abierta una herida que si no sana no podrás seguir con tu vida y hasta puede convertirse en una obsesión.

Es así que la venganza saca lo peor de uno mismo, nos deja mascullando el dolor una y otra vez, es así que nos encierra en un círculo vicioso de odio que si no superamos no sólo nos dañará a nosotros mismos sino a los seres queridos, porque si bien el amor y la felicidad se transmiten a todos los que nos rodean como una luz, los sentimientos negativos también cundirán a los círculos más cercanos como un manto de obscuridad.

Entonces aquí deberíamos plantearnos si vale la pena todo esto para vengarnos, para hacer pagar por nuestro dolor, ¿nos hará sentir mejor herir premeditadamente a alguien aunque éste nos hubiera herido antes? ¿Sanará nuestra herida convirtiéndonos en los seres que odiamos por las cosas que nos hicieron? La verdad es que a pesar de haber recurrido a la venganza nada mejora, yo lo experimenté personalmente cuando quise vengarme de un ex novio y cuando lo hice no me sentí mejor, sólo me sentí más culpable y una persona horrible. Pienso que desde ese momento entendí que la venganza no es la salida y que sólo el perdón puede liberarte y puede sanar tus heridas.

Muchos pensarán que perdonar es sinónimo de debilidad, pero el perdón es la acción más valiente que puedas experimentar porque para hacerlo debes arriesgar nuevamente tu corazón, porque no tenemos que confundir el verdadero perdón con el que damos de boca sin hacerlo de corazón por eso muchos dicen: “ perdonar es divino y errar es humano” cuando como seres humanos tenemos la capacidad de perdonar como un acto de amor, es por eso que no es fácil y que no se puede hacer inmediatamente, el perdón es un proceso en el que cada uno debe pasar etapas de rabia, rencor, dolor y superación y recién en esta última nos damos cuenta que el odio o el deseo de venganza no aportan nada positivo en nuestra vida y que en cambio el perdón sí lo hará porque tiene un poder curativo que descubriremos al practicarlo.


Tal vez podemos comenzar cuando en ocasiones, en casa, con nuestra pareja existen desacuerdos o sentimos que nos ha ofendido o dañado de alguna manera; la única manera de continuar con el matrimonio es saber perdonar y pedir perdón todos los días. Así también enseñaremos a nuestros hijos este poder curativo del perdón, si ellos viven esta práctica en nuestros hogares podrán replicarlo en los suyos cuando sean mayores y así serán mejores personas. 

¿Por qué es mejor motivar una competitividad sana?





Un tema de interés en una reunión de madres de familia al que asistí, fue el académico; cada una fue planteando su preocupación por mejorar la educación de sus niños y niñas, una de ellas comentó que conocía una profesora de nivelación en lenguaje y otra sobre un curso para mejorar en inglés y matemáticas. Aquí nació el tema de la importancia de contar con toda la ayuda posible para hacer que nuestros pequeños se conviertan en alumnos competitivos. Ante este planteamiento discrepé entre todas porque realmente pienso que todavía son muy pequeños para tomar bajo su responsabilidad tal hazaña. Todas se asombraron cuando les dije esto, pues replicaron que en esta época tan competitiva nuestros hijos deben estar muy bien preparados.

La conversación se diluyó, no recuerdo bien por qué, pero se me quedó la inquietud de sus palabras; es una realidad que vivimos en una época en la que los requerimientos para becas, puestos de trabajo y otros son más exigentes con el paso del tiempo, por ejemplo saber hablar sólo inglés ya no es suficiente, sino es necesario dominar varios idiomas, tener conocimientos sobre las nuevas tecnologías además de los conocimientos específicos de una profesión, y otros conocimientos más. También es cierto que si uno aprende en una edad más temprana se le hace más fácil asimilar todo. No obstante no me parece que esto sea una excusa, primero para llenar de actividades extracurriculares el tiempo libre de nuestros niños y segundo incitar la aplicación de la cara negativa de la competitividad en ellos.

Digo esto porque no es extraño encontrar este tipo de competitividad, la vemos todos los días en las oficinas, en las escuelas, en las universidades y en otros ámbitos, donde no importa cómo se gane, cómo se logre ser el mejor, cómo se llegue a la cima; lo importante es hacerlo y si para ello pasamos por encima de otros, lastimando y humillando está bien. Lo que preocupa puede ser que parece que las personas que hacen esto son las que tienen más éxito, tienen los mejores cargos, las mejores casas, pero deberíamos preguntarnos ¿serán los que se sienten más satisfechos? y yendo más allá ¿serán verdaderamente felices? Apostaría que no, que más bien su ambición va creciendo y nunca encuentran satisfacción con lo que logran y siempre quieren más y harán lo que sea por conseguirlo.

Aquí es donde debemos plantearnos como padres: realmente ¿queremos esto para nuestros hijos, que estén llenos de actividades y estudios sin tener tiempo para jugar, para ser niños? ¿Queremos que por desear ser los mejores de su clase, los más preparados, tener las notas más altas no les importe qué deban hacer y por encima de quién pasar? Y más aún ¿que por querer cumplir expectativas poco realistas, que normalmente son más nuestras como padres, se frustren y se depriman sintiéndose unos fracasados y peor todavía sintiendo que nos decepcionaron?

Qué importante es entonces estar conscientes que cada niño tiene un ritmo en el aprendizaje teórico como práctico, es decir en materias como lenguaje, matemáticas, inglés,  o como en educación física y música; cada uno también tiene habilidades para unas materias más que para otras y finalmente que las notas tanto de primaria como de secundaria no determinan el futuro académico de nuestros pequeños, es decir que ser el mejor de su clase en el colegio no garantiza que será el mejor profesional.

Algo más importante que estarnos comparando con los demás es saber que somos capaces de lograr todo lo que nos propongamos trabajando duro, que cualquier sueño se puede hacer realidad si realmente luchamos por alcanzarlo y que el camino para conseguirlo en compañía es mucho mejor, teniendo el apoyo y el cariño de los seres queridos y  saber también que ayudando a los demás a cumplir sus propios sueños no nos retrasará sino que nos llenará de más energía para conseguir los nuestros.


Por eso creo que, como padres, debemos más bien motivar en nosotros mismos y más en los niños una competitividad sana de superación personal y no en comparación con los demás; es decir la búsqueda en ser hoy mejor que lo que fui ayer; una competitividad que no deje de lado el trabajo en equipo, la cooperación y la solidaridad y que promueva además el disfrute de aprender exigiéndonos sí, pero sin presiones desmedidas porque lo importante es aceptarnos como somos y aceptar a los demás de la misma forma, buscando siempre ser la mejor persona en la que podemos convertirnos.

El Abandono deshumanizador



Esta semana la noticia de un bebé encontrado en una bolsa negra, entre la basura que recogen los trabajadores de la Empresa Municipal de Aseo me consternó y más al saber que el pequeño había fallecido a causa de un golpe; es cierto que no es el primero ni será el último niño abandonado por sus padres, sin embargo lo duro de las circunstancias en las que fue echado como basura me tocó el corazón, seguramente también porque yo soy madre de un bebé de meses. El abandono de recién nacidos es una noticia que se repite a lo largo de todo el año, pero sólo aquellos que son dejados en las vías públicas son visibilizados por los medios y no así los que son abandonados en hospitales o en casas cuna, estos niños y niñas son los que sólo engrosan las estadísticas de las instancias públicas que se encargan de estos temas.

Entonces me puse a reflexionar sobre el abandono, especialmente el de un recién nacido y después de leer varios artículos al respecto llegué a la conclusión de que este abandono es un acto deshumanizante tanto para el progenitor como para el bebé. Primero la que abandona probablemente fue abandonada, tal vez no en las mismas circunstancias pero sí por su pareja o por su familia y amigos quienes la dejaron sola y sin protección ni contención, especialmente emocional como afectiva durante su embarazo y en el momento de dar a luz a un nuevo ser, lo que la llevó a tomar esta decisión extrema. Es así, que en estas circunstancias, arrancar del  seno materno a un ser que  sentimos crecer durante meses en nuestro interior nos deshumaniza y lo digo sin la más pequeña intención de juzgar a quienes lo hicieran pues cada persona lleva en su corazón sus heridas, sus cruces y por tanto las razones de sus actos y nadie más que ellas las entenderían.

Por eso quiero concentrarme en la forma en la que se deshumaniza el bebé. Como dije antes después de leer la noticia - por demás trágica - me puse a pensar en el futuro de este pequeñito si no hubiera muerto, futuro como el de muchos abandonados que se encuentran en casas cuna, en hospitales y otros centros.

Primero ingenua o ignorantemente me imaginé que el acto de abandono, no podría afectar psicológicamente a un recién nacido porque creí que no lo recordaría, pero en mi búsqueda de respuestas científicas sobre el tema y contrastando con lo que viví y vivo todos los días con mi hijo de cinco meses me di cuenta que no es así, que la seguridad es una necesidad básica para ellos pues la voz y el latido de corazón que escucharon durante el tiempo en el que estuvieron en el seno de su madre es el mismo que buscan al nacer y si no lo encuentran se sienten desamparados.

Debemos estar todos consientes que para un bebé la madre es la primera fuente de bienestar cuando cubre sus necesidades básicas y de sufrimiento cuando le falta, por tanto al ser abandonado se rompe el primer vínculo humanizador que tiene el recién nacido, así los bebés abandonados sufren una muerte espiritual y mutiladora porque no diferencian su cuerpo con el de la madre y esto los condena a una futura soledad psíquica y a múltiples problemas en su desarrollo normal en la etapa de la niñez llegando a ser los más preocupantes el aislamiento, la depresión, la baja autoestima y hasta el autismo.

Este hecho fue confirmado ya a finales de la Segunda Guerra Mundial, por médicos alemanes que descubrieron que los bebés huérfanos presentaban un alto índice de mortalidad a pesar de los cuidados y alimentación que se les proporcionaban, mismo que se redujo cuando todo el personal que los cuidaba fue exhortado a pasar un tiempo llevando a los bebés en brazos, brindándoles ese contacto y calor humano que necesitaban.  


La conclusión a la que llego después de esta reflexión que consternó mi corazón es que no hay ni habrá nada que reemplace el amor de una madre para un niño y por tanto la contención y la vida familiar es imprescindible para formar seres humanos felices y seguros de sí mismos. Debemos, como sociedad pensar más en los niños no sólo cuando leamos o nos enteremos de estas alarmantes noticias, para lo cual la prevención remota debe empezar con nuestros hijos porque si ellos se sienten seguros y amados en sus hogares, viven la experiencia de una familia feliz que se apoya en todo momento será menos probable que tomen la decisión de abandonar a un hijo.