jueves, 24 de agosto de 2017

El amor y la sabiduría de los abuelos



Desde mis primeros recuerdos, mi abuelo, para mí, fue un súper hombre, un mago que tenía en una caja enorme fabricada por él mismo, cosas mágicas como botellones de colores inverosímiles, conos de cartón que para nosotros eran los mejores legos y herramientas de toda índole, todo esto sólo podíamos verlo cuando él cuidadosamente abría su caja para arreglar algo en la casa o fabricar algún artefacto que le pedían sus amigos o conocidos. Sus manos grandes y doradas por el sol me impresionaban porque las creía capaz de hacer todo, desde construir casas para las mascotas hasta cultivar hermosas rosas en el jardín. Admiraba de sobremanera su memoria e inteligencia porque se traducía en historias increíbles que inundaban nuestra imaginación, como la vez que comió serpientes y otros animales exóticos cuando fue a la Guerra del Chaco.

Su cariño enterneció mi infancia, él era el que nos llevaba y recogía de la escuela hasta que fuimos adolescentes, pero como mi prima y yo nos cambiamos a colegios diferentes ya no pudo recogernos, creo que ése fue el momento clave en el que recién fui consciente que mi abuelo había envejecido y yo crecido. Él fue la figura paterna de mi vida, por eso cuando murió y no pude despedirme fue el momento más triste de mi vida y hasta ahora de vez en cuando lo sueño, lo veo cuidándome o contándome sus historias interminables.

Soy feliz porque mis hijos, como yo, disfrutan de sus abuelos; debo admitir que con mi primer hijo me dio celos por el amor que le profesaba mi mamá a mi pequeño, pero luego entendí que los abuelos nos vuelven a amar a través de nuestros hijos y que como no tienen la responsabilidad de educarlos, porque esa es nuestra tarea como padres, ellos pueden amar a sus nietos sin presiones ni preocupaciones, además que tienen el tiempo y la paciencia suficientes para brindarles toda la atención y el cariño que necesitan los niños.

No todos tuvimos la fortuna de convivir con nuestros abuelos, de disfrutar de ése amor tierno que es diferente al de los padres, de escuchar los primeros consejos cuando te quedabas solo o cuando te compraban ése juguete que no te darían tus padres porque les parecería un desperdicio de dinero. Es una pena para los que se perdieron todo esto porque además los abuelos son los que nos transmiten los valores y las tradiciones familiares, por eso cuando nos reuníamos en la casa de mi abuelo él nos contaba cómo se cocinaba antes y qué debería tener una buena sopa hecha en casa. Ahora los abuelos de mis hijos les cuentan cómo fue su padre cuando era niño y mi mamá le prepara sus comidas favoritas a mi hijo mayor.

De la misma manera, los abuelos también se sienten muy contentos de poder convivir y ayudar a sus nietos, por ejemplo leía que según estudios realizados por la Universidad de Boston, tener la posibilidad de contribuir en la vida de sus nietos, mantienen jóvenes y activos a los abuelos, previniendo incluso depresiones. Viendo desde la experiencia es cierto, veo la alegría de mi mamá cuando juega con mi hijo, también veo que mi suegro cuando ayuda a mi hijo a hacer algunas tareas y mi suegra mimando a los dos pequeños son muy felices. Pero esto no quiere decir tampoco que nos pasemos de la delgada línea que divide el apoyo del abuso; es decir que nos aprovechemos de los padres y que les dejemos toda la responsabilidad de criar a nuestros hijos. Ellos son una gran ayuda para algunos momentos pero no podemos aprovecharnos de forma egoísta.

En conclusión, pienso que tener la posibilidad de promover una relación estrecha de los hijos con sus abuelos es tan importante para la vida de los pequeños, como de nuestros padres; gracias a estos vínculos los hijos tendrán una identidad familiar más sólida y sus relaciones sociales en el futuro serán mejores y por su parte los padres se sentirán más útiles y valorados por todo lo que saben y esto contribuye a que los padres ejerzamos nuestra misión de mejor forma.


Por eso no perdamos la oportunidad de tener cerca a los padres, no los alejemos de nuestras familias, dejándolos vivir solos o en asilos, el cariño y la sabiduría de nuestros mayores enriquecen la vida en los hogares y brindarles nuestro cariño y respeto es la mejor manera de agradecerles por todo lo que hicieron por la familia y lo que hacen actualmente por nuestros hijos. Su amor es infinito por lo que tenemos que corresponderles de la misma manera, cobijándolos en nuestro hogar y brindándoles los mejores momentos en el final de su vida.

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