lunes, 13 de marzo de 2017

El Agua nuestra de cada día


Hace una semana viendo las noticias sobre el problema de desabastecimiento de agua en varias ciudades del país, me puse a pensar ¿cuánto me afecta a mí? y la verdad es que en el centro de la ciudad se ha sentido poco este problema porque no se ha cortado el suministro de agua. Otra pregunta que me hice fue ¿cuánto personalmente ahondo el problema o contribuyo a su solución?, entonces, sólo como ejercicio, decidí usar una bañera que tengo en casa para recibir el agua que uso al bañarme, al finalizar me sorprendió ver que era mucho más de lo que imaginaba, por lo menos 20 litros que se van por el desagüe de mi ducha todos los días, sin contar cuando se bañan los demás miembros de mi familia. Entonces me sentí muy culpable y me hice todavía más preguntas ¿El no tener desabastecimiento de agua me da derecho a no ver la dramática realidad de vecinos de zonas alejadas del centro? ¿Sólo tenemos que pensar en nuestro bienestar y el de nuestra familia? ¿Podemos darnos el lujo de no ser conscientes que este problema nos afectará tarde o temprano a nosotros y a nuestros hijos en el futuro?

La crisis del agua que vive nuestro país es una realidad innegable, la estamos viviendo todos los días en Sucre hace más de un mes,  pero creo que todavía no somos conscientes que se trata de un problema que no tiene una solución inmediata y no tiene vuelta atrás porque es resultado de la suma de varios factores, entre ellos el calentamiento global y el fenómeno del niño lo que se traduce en altas temperaturas, lluvias cada vez más escasas, la sequía de varios de nuestros lagos, como el Poopó en el 2015 y el Uru Uru que actualmente está prácticamente perdido. Esto nos lleva a pensar que ya es una realidad que el líquido elemento se está convirtiendo en un artículo al que no todos tendremos igual acceso.

Pero pienso que algo todavía más importante es que esta encrucijada afecta y afectará a todos y que no sólo está en manos de nuestras autoridades sino que también es nuestra responsabilidad y deber, aportar con soluciones como ciudadanos, pero sobre todo hacerlo desde una perspectiva del bien común, es decir de una solución para todos y no sólo para algunos, por tanto imbuida de un  espíritu de solidaridad.

Me parece excelente que las personas se organicen para exigir sus derechos frente a las autoridades locales y nacionales, con marchas y mesas de diálogo en el caso de Sucre, pero también es importante reflexionar profundamente en cuáles deben ser nuestras exigencias. Pedir el abastecimiento de agua es válido pero no es la solución real a este problema porque llegará un momento en que ni el gobierno central ni los locales contarán con recursos hídricos suficientes para abastecer a toda la ciudadanía. Por lo que debemos concentrarnos también en pedir la gestión sostenible a largo plazo de los recursos naturales y no respuestas paliativas que nos contenten a corto plazo.

Por tanto, de las autoridades dependerá una mejor planificación y el diseño de políticas públicas congruentes con su defensa incansable de la madre tierra tan publicitada a nivel internacional. Pero a nosotros como ciudadanos de a pie ¿qué nos toca hacer, cuáles son nuestras obligaciones? Revisando diferentes páginas ecologistas, éstos son tres simples consejos de toda la información en la red:
  • Para lavar autos, aceras y patios usa agua reciclada de la ducha, y del lavado de ropa.
  • Toma duchas más cortas, cierra el grifo mientras te enjabonas, no dejes llaves abiertas al asearte o lavar platos y ropa, usa un vaso para lavarte los dientes.
  • Cierra levemente la llave de paso de tu vivienda no notarás la diferencia.


Principalmente seamos conscientes, si ahorras agua no lo haces sólo para ti sino para toda la población y  éste es tu aporte actual y para el futuro de tus hijos. No dejemos que la falta de este recurso que es un derecho para cada uno de nosotros nos cierre los ojos a ver nuestras obligaciones de ser parte de la solución y de pensar no sólo en nuestro bienestar sino el bien común de los demás,  no dejemos que esta encrucijada nos deshumanice.

¿Igualdad o Equidad?

Plantearse ¿igualdad o equidad? Para las mujeres, estando cerca el Día Internacional de la Mujer este tema parecerá muy trillado; pero como trato de hacerlo siempre, reflexionaré desde una perspectiva muy personal. Para mí todo empezó cuando decidí ser madre por primera vez, estaba trabajando como responsable de un proyecto y tenía bastante autonomía creativa, lo cual para mi profesión es una ventaja; sin embargo también es cierto que un conflicto de intereses precipitó mi renuncia.

En ese momento creí que era la mejor decisión, ya que podría dedicarme a disfrutar mi embarazo y luego la crianza de mi niño; sin embargo en el transcurso de la segunda etapa, es decir cuando mi hijo ya nació muchos dilemas empezaron a surgir en mi cabeza, mi vida definitivamente había cambiado, debía estar dedicada completamente a mi bebé para darle leche y todo lo que necesitara día y noche, además de la responsabilidad de los quehaceres del hogar y la verdad es que presentía que para mi esposo poco había sido el cambio.

Pero no quedaron ahí mis disyuntivas, una de las más importantes al transcurrir más tiempo fue mi preocupación de volver a trabajar habiendo “perdido” dos años de experiencia laboral; por otra parte me preocupaba cómo dejaría a mi hijo para trabajar ocho horas y quizás lejos de casa. Es así que empecé con trabajos que podía hacer en casa hasta que me ofrecieron otro con horarios, dejar a mi pequeño con mi madre o suegros parecía la solución ideal; sin embargo no paraba de sentirme culpable por no estar allí.

Es en momentos como estos es cuando te das cuenta, por experiencia propia, que la vida de las mujeres es más complicada y que la lucha de muchas organizaciones pro derechos de las mujeres  debían tener una preocupación más, aparte de temas tan importantes como la educación, la salud, la seguridad y la alimentación de mujeres. No obstante, en este tema en específico, no todos estos movimientos buscan lo mismo, existen aquellos que buscan una igualdad absoluta con los hombres y otros por su parte una equidad de género; personalmente me inclino por los segundos porque me parece que la lucha de las mujeres en estos tiempos tiene que ser por un trato justo tanto para hombres y mujeres, pero de acuerdo a nuestras propias necesidades y diferencias; ya sea con un trato equitativo o con uno diferenciado pero que será equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las oportunidades que la sociedad  les ofrezca a ambos.

Esto en la vida real quiere decir que si bien hombres y mujeres debemos ser iguales frente a la ley y a las oportunidades otros aspectos en realidad deben ser equitativos, es decir que se dé a cada quien lo que necesita, por ejemplo en el área laboral, hombres y mujeres deben tener las mismas oportunidades a optar por un cargo, aunque la mujer tenga planeado ser madre; y por tanto si esta trabajadora es madre ella debe tener todos los derechos que esto conlleva por su diferencia con su colega varón. La maternidad en ningún caso debía ser un óbice para mantenerse en un cargo o acceder a uno nuevo Pienso que sólo así una profesional podrá tener la misma posibilidad de realizarse, en esta nueva era.

Si bien hace pocos años atrás, por ejemplo la generación de mi madre tenía pocas oportunidades, primero de estudios y más aún de trabajo; por lo tanto a muchas mujeres solo les quedaba convertirse en amas de casa de tiempo completo dependiendo económicamente de su esposo si lo había y sino aceptar cualquier trabajo y además hacerse cargo de su hogar. Actualmente, parece que la balanza pesa en el extremo contrario, pues son más las jóvenes que prefieren concentrarse en su carrera profesional creciendo en el ámbito laboral y dejando de lado la maternidad y la formación de una familia.

Ninguno de estos extremos pueden ser buenos para la mujeres, pues si viviéramos en sociedades más equitativas y nuestro gobierno trabajaría en políticas que garanticen la inclusión del talento, las aptitudes y la energía de las mujeres en todos los ámbitos; nosotras no tendríamos que escoger ninguno de estos extremos y podríamos vivir tanto la maternidad y la vida familiar, así como la vida profesional plenamente, porque las oportunidades equitativas y nuestros derechos estarían garantizados en las fuentes laborales, además que dentro de nuestros hogares, nuestras parejas trabajarían junto a nosotros en los quehaceres, el cuidado y educación de nuestros hijos lo que nos daría más tiempo para nuestro desarrollo profesional. Personalmente, me encantaría poder contar con un trabajo de medio tiempo o que pueda hacer en casa para seguir viviendo mi maternidad.


Por tanto es importante que como mujeres seamos conscientes que no somos ni seremos iguales a los hombres y que si bien podemos serlo como ciudadanos y seres humanos, debemos diferenciarnos en otros aspectos para tener un trato equitativo y así no tener que dejar de lado uno de los aspectos de nuestra vida, ya sea el familiar o el profesional, porque ambos son importantes para realizarnos como seres humanos íntegros. Entonces respondiendo la pregunta ¿igualdad o equidad? Debo decir que ambos en la medida correcta construirán una sociedad más justa no sólo para nosotras las mujeres sino también para nuestros pares los hombres.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Niños Seguros, Padres Felices

Fue uno de los momentos más aterrorizantes de mi vida, la impotencia de no saber qué hacer, las miles de posibilidades obscuras que pasaron por mi mente; el sufrimiento que me imaginaba que estaba sintiendo mi hijo calaba un agujero en mi corazón. Fueron los minutos más largos de mi vida, al enterarme que mi pequeño estaba perdido y que nadie sabía dónde estaba. Es una realidad que hasta que a uno mismo no le pasa no toma en cuenta ciertos peligros, yo veía estos miles de anuncios de pérdidas de niños en los noticieros o hasta en Facebook, me daba pena  pero sólo llegaba hasta ahí. Pero cuando a una le pasa el mundo se le cae encima; entonces me puse hablar con familiares, con otros padres y también leí toda la información que estaba a mi alcance.

Una de las conclusiones más importantes a las que llegué fue que no podemos dejar en manos de otras personas la seguridad de nuestros niños, sino que como padres tenemos que hacernos cargo a través de estrategias que están al alcance de todos tanto como para prevenir o afrontar situaciones de inseguridad.

Uno de los aspectos que me parece fundamental es conocer el nivel de seguridad que nos ofrecen los diferentes espacios en los que cotidianamente conviven los niños, por ejemplo la escuela, la iglesia, grupos infantiles y cursos extracurriculares, si tenemos alguna duda al respecto preguntar todo a sus responsables. Pero esto no debería quedarse ahí, sino que es nuestro derecho exigir que existan las mínimas condiciones de seguridad y si nos damos cuenta que no o hay aspectos que no se han tomado en cuenta pedir que se subsanen, por ejemplo: en el traslado de los pequeños a un lugar alejado; si cuentan con un procedimiento cuando los niños se enferman o sufren un accidente fortuito, es decir contar con un botiquín, y tener la asistencia oportuna de un profesional o personas que conozcan de primeros auxilios, si cuentan con un registro de los niños con números telefónicos y direcciones de domicilio y lugar de trabajo  de los padres. Exigir que no se les deje solos sin supervisión y que tampoco se alejen de resto de los niños. La comunicación con los responsables de estos espacios será la mejor estrategia para prevenir cualquier percance.

No obstante, creo que lo más importante será conocer y aplicar diferentes formas de prevención que están en nuestras manos; a continuación resumiré las que personalmente me parecieron las más prácticas para nuestro medio.

  1.  No debemos dejar desatendidos ni solos a  los niños en ningún lugar, si no podemos estar los padres, deben quedarse al cuidado de una persona de nuestra total confianza.
  2. Debemos enseñarles a no abrir la puerta o contestar el teléfono y dar información a ningún extraño, es decir que si no conocen a la persona comunicarlo con alguien mayor y no conversar con él.
  3. Los debemos educar para que sepan los nombres completos de sus padres, lugares de trabajo y teléfonos (inclusive  de los abuelos) y también cómo contactar a la policía o una persona de confianza en una emergencia.
  4. Debemos desarrollar una contraseña, de forma que si un extraño se les acerca diciéndoles que le envían sus padres, los pequeños le pidan esta contraseña y si la persona no la conoce darse cuenta que miente y alejarse lo antes posible.
  5. Enseñarles que no acepten nada de desconocidos aunque esto sea algo que ellos quieran mucho. Investigar si traen a la casa objetos que no son de su propiedad, como ser juguetes, o comestibles (dulces, galletas, etc.)
  6. Debemos hacerles comprender que los adultos no guardan secretos con niños,  y que no debe haber secretos que nos guarden a los padres, deben decirnos todo. Por tanto nosotros debemos saber con quiénes juegan, en qué juegan, etc. No como policías interrogando sino como padres interesados en lo que hacen sus hijos.
  7. Debemos enseñarles desde pequeños primeros auxilios básicos como son limpiar una herida o raspadura y cómo poner un vendaje.
  8. Enseñemos a los hijos que si un desconocido los sigue ellos se deben asegurar de ir a un lugar público, como una tienda o cualquier negocio.
  9. Si los niños se quedan en casa al cuidado de una empleada, conocer de ella todos sus antecedentes, direcciones de vivienda y otros, de ser posible contar con una persona que garantice su trabajo y en todo caso dejarlos el menor tiempo posible.


Estos son algunos consejos que nos pueden ayudar a conseguir mayor seguridad para todos los pequeños, tal vez ustedes mismos conocen otras, informen a otros padres, nunca habrá demasiada información al respecto. Los hijos son el tesoro más valioso que tenemos, no dejemos al azar su seguridad. En nuestras manos está la posibilidad  de prevenir, sobre todo algunas situaciones, si hablamos con ellos y si nos ganamos su confianza. Es nuestra responsabilidad crear espacios seguros para ellos para que crezcan de la forma más sana y feliz posible, sólo así estaremos formando seres humanos buenos y sanos.

Salud más Humana para Todos

Desde hace más de cinco años que estoy afiliada a la Caja Nacional de Salud, gracias al trabajo de mi esposo, la verdad es que como muchos no soy afecta a ir al médico muy seguido, pero hace seis años tuve que hacerlo al quedar embarazada, al igual que me pasó hace 11 meses al esperar a mi segundo hijo. Además de estos dos momentos de necesidad no visité ni el Policlínico ni el Hospital Jaime Mendoza; lamentablemente, las veces que tuve que hacerlo no siempre fue la mejor experiencia, a pesar de que en algunas ocasiones encontré profesionales y administrativos que fueron muy amables también encontré (en más ocasiones) profesionales y personal que parecía aburrido, de mal humor, muy ocupado para despejarme alguna duda o preocupación y hasta como si me estuviera haciendo un favor al atenderme.

Esta es una realidad que vivimos los afiliados a esta entidad y a pesar de que el foco de interés de estas últimas semanas ha estado en el paro de sus actividades debido a la exigencia del cambio del gerente nacional, como es habitual en esta columna, me he querido concentrar en una preocupación más estructural y humanitaria del tema, porque estoy segura que en la Caja Nacional de Salud como en todos los espacios públicos se necesitan servidores más humanos que antepongan las necesidades, las dudas, miedos y sufrimientos de los pacientes por encima de sus problemas personales.

No creo que el trabajo de atención al paciente sea fácil, porque los pacientes no somos muchas veces educados, considerados, comprensivos, ni sabemos hacernos entender pero también es cierto que cuando uno estudia una profesión y más aún cuando acepta un trabajo, sabe que necesita cierta actitud y ciertas habilidades para llevarlo adelante con éxito. Es así que todos los trabajadores (médicos o administrativos) que tienen la función de atender a los pacientes deben cargarse de paciencia, para realizar su labor, practicar la empatía y la asertividad para poder informar y guiar a las personas que se acercan a estos centros de salud en búsqueda de un alivio a sus dolencias.

Para esto,  en primera instancia se necesita una gran vocación de servicio por parte de profesionales y administrativos, pero además una constante capacitación en diferentes temáticas, no conformarse solamente con relaciones humanas sino buscar temas que de alguna manera contribuyan a una atención con calidez y así lograr que para estos servidores los pacientes no nos transformemos en un simple número más, sino en personas que al igual que ellos tienen miedos y sufrimientos.

Está comprobado que para los pacientes no sólo es necesario un tratamiento médico, sino llegar a un espacio en el que respeten su dignidad como personas, y en los casos de grupos vulnerables como niños, ancianos, embarazadas y enfermos terminales que puedan encontrar personas que por otra parte les brinden calidez humana que haga mucho más fácil su estadía en estos espacios. Muchos estudios han comprobado que como parte de cualquier tratamiento médico el buen humor, la paz y la tranquilidad son necesarios para una recuperación exitosa y cada uno de estos aspectos están en las manos de los servidores públicos de estos centros de salud.

Sin embargo estoy consciente que para esto es necesario un cambio estructural, un cambio de filosofía, de forma de hacer las cosas, ¿de qué sirve que un médico o administrativo entre a trabajar con mucho entusiasmo e ilusión de servir a las personas si el sistema lo arrastrará a hacer las cosas de la forma tradicional suprimiendo la humanidad en su trabajo? Entonces estructuras superiores deben ser las que cambien  la forma de afrontar el servicio público, mejorando los salarios y los incentivos a los mejores servidores de tal manera que los trabajos en una caja de salud sean espacios en los que una persona quiera ocupar sirviendo a los demás con humanidad, con calidez, con verdadera caridad como si lo hiciera por un ser querido, buscando el bienestar del otro. Sólo así conseguiremos que la salud mejore en nuestras ciudades y que también los servidores públicos queden satisfechos del trabajo que realizan y sean valorados por su labor.


La Misión de las Mujeres en Tiempos de Feminicidio

Nuevamente o más bien debería decir como ya parece ser costumbre, lastimosamente, los medios nos traen noticias de feminicidios que cada vez se tornan más preocupantes, aquí en Sucre, la muerte de una mujer que se suicida tras agresiones físicas y psicológicas de su pareja, sin embargo esta es una más de la lista en todo el país, por ejemplo en Montero fue estrangulada una joven de 15 años por su enamorado de 19 y así se van repitiendo estas historias en las que las víctimas son niñas, adolescentes, madres e incluso abuelas. En contraposición a estas alarmantes noticias, el Papa Francisco en una de sus recientes homilías, esta vez en la Casa Santa Martha, afirma que la mujer tiene la misión de traer armonía al mundo.

Después de leer todas estas notas, traté de imaginarme a lo que se refería el Sumo Pontífice; especialmente pensando que la vida de las mujeres en todo el mundo no es fácil y a pesar de que parezca trillado se debe a que todavía vivimos en sociedades machistas, es cierto que se ha avanzado mucho en cuanto a los derechos de las mujeres y también a su participación en ámbitos sociales y políticos, pero aún siguen existiendo extremas diferencias que no son equitativas entre hombres y mujeres. Pero a diferencia de muchas feministas creo que en parte esto ha beneficiado a las mujeres se preguntarán ¿por qué hago semejante afirmación?

Pues trataré de responder de la manera más clara posible. Primero me gustaría puntualizar en los  obstáculos, por ejemplo en el ámbito profesional, en el que no se valora ni el conocimiento ni la experiencia de las mujeres y los sueldos son menores respecto a sus pares hombres aun teniendo el mismo cargo, la visión de que la mujer no puede hacer ciertos trabajos sólo por ser mujer o que se piense que no puede conseguir una máxima eficiencia porque anda pensando en sus hijos y su familia.

Pero insisto, estas dificultades, a su vez beneficiaron de cierta manera a las mujeres porque las motivaron a ser mejores, a luchar a pesar de todo contratiempo, como yo diría a evolucionar,  es por eso que la característica de cada mujer es que puede hacer muchas cosas a la vez, como estar concentrada en su trabajo y al mismo tiempo pensar en la comida del medio día, o a qué hora recoger a los niños; también la ha impulsado a tener que ser la mejor en su trabajo demostrando a todos que a pesar de tener familia puede ser una excelente y entregada profesional. Esto no significa, que esté de acuerdo en que continúe la inequidad, se debe brindar las mismas oportunidades, se debe reconocerse a la mujer en lo profesional, en lo político y en lo social y deben de dejarse a un lado las estigmatizaciones sociales, como aquellas que afirman que las mujeres tienen su grado de culpa cuando son asaltadas, violadas o asesinadas; pues no se dice lo mismo cuando escuchamos sobre el asesinato de un hombre en las calles de nuestras ciudades.

Entonces, si bien la mujer todavía padece inequidad (que debe terminar), debe utilizar ésta para seguir luchando por mejorar y crecer frente a la adversidad, pero a diferencia de los hombres no progresar por encima de otros, es decir dañando, denigrando o aprovechándose de los demás; porque las mujeres sí que nos diferenciamos de los hombres en algo fundamental, nuestra sensibilidad y es aquí en este concepto donde me doy cuenta qué quiso decir Francisco al afirmar que la misión de la mujer es traer armonía al mundo.


Pensemos en el cómo; pues a través de esa sensibilidad que se traduce en amor, por eso es tan cierta la afirmación del Papa “Es ella la que trae la armonía, que nos enseña a valorar, a amar con ternura, y que hace que el mundo sea una cosa hermosa”. Por lo que esta misión podrá ser cumplida por las mujeres a través del amor que demos y enseñemos a dar a nuestros hijos, hermanos, padres y a todos a nuestro alrededor, en cada actividad cotidiana, desde el desayuno a nuestros hijos hasta la colaboración a un compañero de la oficina; si lo hacemos con amor podremos expandir esa actitud hacia los que nos rodean en el ámbito familiar, laboral o social. Pienso que fundamentalmente transmitiremos este amor como madres porque si formamos hijos a partir de este valor fundamental en nuestro hogar, estos hombres y mujeres decidirán reproducirlo en sus propias familias y así contribuirán en la construcción de una sociedad más humana donde sus ciudadanos no sólo piensen en sí mismos, sino en el bienestar de los que viven alrededor suyo. Quiero cerrar esta columna con otra afirmación de Francisco porque también lo siento así “Me gusta pensar que Dios creó a la mujer para que todos nosotros tuviéramos una madre”.

Vocación de Servicio, un Reto Para los Nuevos Bachilleres

Desde el año pasado los nuevos bachilleres llevan preguntándose cuál es la carrera que van a estudiar, ¿qué los motiva o inspira para hacer esta elección? fue una de las interrogantes que me asaltaron escuchando las noticias sobre el examen de admisión 2017 de la Universidad San Francisco Xavier, más aun confirmando que las carreras más cotizadas para los postulantes siguen siendo medicina y derecho; pero otra pregunta que me hice fue ¿cuántos de estos nuevos bachilleres tienen una verdadera vocación de servicio a la sociedad?

Entonces, ambas interrogantes se conjugaron en una que personalmente me parece la más importante desde un enfoque humanista y social ¿Estamos formando como padres y maestros, jóvenes, hombres y mujeres, que sueñen un futuro en el que pueden contribuir a su sociedad a través del servicio en salud, justicia, enseñanza, etc.? Por algunas respuestas que tuve en una pequeña encuesta que hice a los nuevos bachilleres, parece que no, la mayoría de las razones que me dieron al responder el por qué eligieron estudiar cierta carrera fue por ejemplo porque se gana mucho dinero, porque sus padres les obligaron, porque les gustan las materias y otras razones de distinta índole; pero ninguna demuestra una verdadera vocación y menos aún un interés de servicio a los demás.

Una de las causas para este desinterés de nuestros jóvenes, que obviamente no puedo generalizar, puede ser el distorsionamiento que se ha hecho de muchas de estas carreras. Por ejemplo el magisterio, en la cabeza de los jóvenes, no la conciben como una oportunidad de formar generaciones de seres humanos con valores, inspirando sus mentes y sus espíritus, cuidando sus sueños y motivando a que puedan sacar lo mejor de sí en la época de escuela y colegio, sino que la razón para escoger esta profesión es porque se cuenta con un trabajo seguro pase lo que pase, sea en la ciudad o en la provincia.

Lo mismo pasa con medicina y derecho, en vez de ver la oportunidad de salvar vidas, no sólo de las personas que tienen la posibilidad económica, sino de personas que no cuentan con el suficiente dinero, de buscar la verdad y la justicia por encima de cualquier cosa, especialmente de inocentes que no cuentan con el dinero suficiente para defenderse. Solo ven como  razones para escoger estas profesiones el interés monetario, es decir, lo mucho que se puede ganar en el ejercicio de la profesión.

Lamentablemente, como sociedad contribuimos  con esta distorsión porque tenemos una visión exitista de la vida, es decir que como padres y maestros, creemos que una persona es más exitosa si ha logrado conseguir a lo largo del ejercicio de su profesión una hermosa y gran casa, un auto último modelo, con una carrera de cirujano plástico o un abogado que siempre gana sus casos sean sus clientes inocentes o no, sólo como algunos ejemplos. En contraposición no nos parecerá  muy importante o exitoso un médico que invierte su medio tiempo en un centro de salud gratuito para personas con escasos recursos económicos o un abogado que sólo atiende casos en los que cree, buscando justicia para los que no tienen voz, o un maestro que ha invertido todos sus ahorros para llevar educación de calidad a una escuela rural. Seamos sinceros, ¿valoramos de corazón a este tipo de profesionales? más aun cuando éstos, por las decisiones que han tomado no cuentan con grandes cuentas en los bancos y tampoco han sido reconocidos públicamente.

En consecuencia, pienso que en una sociedad donde es más importante el tener que el ser; la vocación para el servicio hacia los demás parece estarse extinguiendo y realmente es una pena, porque es esta misma sociedad  la que necesita más jóvenes, hombres y mujeres con esta vocación para contribuir ya sea a la formación de mejores seres humanos, para preservar la salud de todas la personas, para buscar la verdad y proteger al inocente, castigar al culpable y hacer así una diferencia en el presente y también en el futuro de nuestro país.


Por lo que les propongo nuevamente el reto de repensar lo que les estamos enseñando como valores fundamentales a nuestros hijos, cada día en casa, en la escuela, porque la felicidad de éstos también depende de lo que harán toda su vida, trabajando en algo que amen y les apasione y además que les pueda dar la gran satisfacción de servir a los que más los necesiten, como un estilo de vida más humano y pueda ser replicado después por sus propios hijos.