miércoles, 1 de marzo de 2017

Vocación de Servicio, un Reto Para los Nuevos Bachilleres

Desde el año pasado los nuevos bachilleres llevan preguntándose cuál es la carrera que van a estudiar, ¿qué los motiva o inspira para hacer esta elección? fue una de las interrogantes que me asaltaron escuchando las noticias sobre el examen de admisión 2017 de la Universidad San Francisco Xavier, más aun confirmando que las carreras más cotizadas para los postulantes siguen siendo medicina y derecho; pero otra pregunta que me hice fue ¿cuántos de estos nuevos bachilleres tienen una verdadera vocación de servicio a la sociedad?

Entonces, ambas interrogantes se conjugaron en una que personalmente me parece la más importante desde un enfoque humanista y social ¿Estamos formando como padres y maestros, jóvenes, hombres y mujeres, que sueñen un futuro en el que pueden contribuir a su sociedad a través del servicio en salud, justicia, enseñanza, etc.? Por algunas respuestas que tuve en una pequeña encuesta que hice a los nuevos bachilleres, parece que no, la mayoría de las razones que me dieron al responder el por qué eligieron estudiar cierta carrera fue por ejemplo porque se gana mucho dinero, porque sus padres les obligaron, porque les gustan las materias y otras razones de distinta índole; pero ninguna demuestra una verdadera vocación y menos aún un interés de servicio a los demás.

Una de las causas para este desinterés de nuestros jóvenes, que obviamente no puedo generalizar, puede ser el distorsionamiento que se ha hecho de muchas de estas carreras. Por ejemplo el magisterio, en la cabeza de los jóvenes, no la conciben como una oportunidad de formar generaciones de seres humanos con valores, inspirando sus mentes y sus espíritus, cuidando sus sueños y motivando a que puedan sacar lo mejor de sí en la época de escuela y colegio, sino que la razón para escoger esta profesión es porque se cuenta con un trabajo seguro pase lo que pase, sea en la ciudad o en la provincia.

Lo mismo pasa con medicina y derecho, en vez de ver la oportunidad de salvar vidas, no sólo de las personas que tienen la posibilidad económica, sino de personas que no cuentan con el suficiente dinero, de buscar la verdad y la justicia por encima de cualquier cosa, especialmente de inocentes que no cuentan con el dinero suficiente para defenderse. Solo ven como  razones para escoger estas profesiones el interés monetario, es decir, lo mucho que se puede ganar en el ejercicio de la profesión.

Lamentablemente, como sociedad contribuimos  con esta distorsión porque tenemos una visión exitista de la vida, es decir que como padres y maestros, creemos que una persona es más exitosa si ha logrado conseguir a lo largo del ejercicio de su profesión una hermosa y gran casa, un auto último modelo, con una carrera de cirujano plástico o un abogado que siempre gana sus casos sean sus clientes inocentes o no, sólo como algunos ejemplos. En contraposición no nos parecerá  muy importante o exitoso un médico que invierte su medio tiempo en un centro de salud gratuito para personas con escasos recursos económicos o un abogado que sólo atiende casos en los que cree, buscando justicia para los que no tienen voz, o un maestro que ha invertido todos sus ahorros para llevar educación de calidad a una escuela rural. Seamos sinceros, ¿valoramos de corazón a este tipo de profesionales? más aun cuando éstos, por las decisiones que han tomado no cuentan con grandes cuentas en los bancos y tampoco han sido reconocidos públicamente.

En consecuencia, pienso que en una sociedad donde es más importante el tener que el ser; la vocación para el servicio hacia los demás parece estarse extinguiendo y realmente es una pena, porque es esta misma sociedad  la que necesita más jóvenes, hombres y mujeres con esta vocación para contribuir ya sea a la formación de mejores seres humanos, para preservar la salud de todas la personas, para buscar la verdad y proteger al inocente, castigar al culpable y hacer así una diferencia en el presente y también en el futuro de nuestro país.


Por lo que les propongo nuevamente el reto de repensar lo que les estamos enseñando como valores fundamentales a nuestros hijos, cada día en casa, en la escuela, porque la felicidad de éstos también depende de lo que harán toda su vida, trabajando en algo que amen y les apasione y además que les pueda dar la gran satisfacción de servir a los que más los necesiten, como un estilo de vida más humano y pueda ser replicado después por sus propios hijos.

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