domingo, 19 de noviembre de 2017

Las mujeres merecemos ser felices




Una niña en cualquier pueblito alejado ve cómo su madre se ha ido consumiendo por el trabajo en la tierra, el cuidado de su casa, de sus hermanos y cuando piensa en su futuro se le ocurre que éste es el único que le espera. En una ciudad otra pequeña ve a su madre joven concentrada en su trabajo sin tiempo para compartir con ella, casi no la conoce ni se interesa por sus problemas o sus sueños, pero le compra todo lo que desea, el futuro para ella tampoco es alentador.

Estas dos situaciones diametralmente opuestas si bien son extremos no están lejos de ser realidades que se viven actualmente en muchos países latinoamericanos y en este mes, que se recuerda el Día de la Mujer Boliviana y el Día Internacional de la Niña me puse a reflexionar sobre cuáles son las circunstancias determinantes para que una niña que luego se convertirá en una mujer alcance la felicidad.

Coincidirán conmigo que son muchas las circunstancias que atraviesa una mujer en el curso de su vida, desde el lugar donde nace, la familia en la que se cría o la ausencia de ella, el tipo de educación que recibe, las personas con las que se relaciona y lo que espera ella de su futuro. Sin embargo pienso que existe un factor trascendental en la vida de toda persona, pero estoy segura que mucho más en las mujeres y es “la autoestima”.

Ustedes se preguntarán ¿por qué especialmente en la vida de las mujeres? Porque a las mujeres en toda la historia nos han tocado circunstancias muchas más adversas para desarrollarnos, por ejemplo: desde hace unas décadas atrás no se tomaba en cuenta nuestra voz, no teníamos acceso pleno a la educación, ni a las oportunidades para un desarrollo integral. Hoy todavía nos quedan más desafíos, a pesar de los grandes avances que las sociedades en el mundo han dado en el restablecimiento de los derechos de las mujeres.

Por lo que para afrontar estos retos, la autoestima se convierte en un factor que puede marcar la diferencia, es una herramienta fundamental en el camino hacia su realización, es la base para desarrollar una personalidad y carácter fuertes, estables y congruentes que les permitan superar los obstáculos que se les presentarán en la vida.

Imaginemos nuevamente estas dos circunstancias: la misma niña que describí antes, que vive en un pueblito alejado, y a pesar de su realidad tiene una maestra que la ha estimulado en el aula  demostrándole que es única, valiosa e inteligente; ella entonces irá recuperando su autoestima y afrontando con más confianza en sí misma su realidad al creer en ella, por tanto su visión de futuro cambiará positivamente. De la misma forma la niña de la ciudad si tiene la suerte de toparse con una prima, tía, abuela o maestra que fortalezca su autoestima, a pesar de la realidad que vive con su madre, podrá entender que la aman y que tiene todo el derecho de ser amada y por tanto merece todo lo bueno, desde crecer en su desarrollo intelectual sin dejar de lado su vida familiar.

En estas postales de vida observamos la importancia de valorarnos, de amarnos y aceptarnos como somos para afrontar cualquier realidad que nos toque vivir, conociendo críticamente nuestras debilidades, defectos, así como virtudes y fortalezas; siendo mujeres esto significará que la confianza en nosotras mismas contribuirá a superar los obstáculos que todavía encontramos en la sociedad; desde sufrir violencia doméstica a manos de nuestras parejas, tener que dejar el desarrollo educativo o profesional por la maternidad; no ser evaluadas objetivamente en las capacidades profesionales adquiridas en comparación a las de un hombre, por tanto no ganar el mismo sueldo que un colega varón, no poder viajar solas por la inseguridad que esto conlleva y así podríamos seguir llenando páginas.

Si formamos niñas, que luego se convertirán en mujeres con una autoestima alta lograremos que estén seguras de sí mismas, que encuentren soluciones a los problemas que se les presenten y que tengan una mirada  positiva frente a cualquier circunstancia; que la confianza en ellas las impulsen a luchar y conseguir sus sueños; que si cometen errores en su vida no se hundan, sino que aprendan de sus experiencias, que tengan capacidad de tomar decisiones en cualquier ámbito; por tanto sean persistentes y nunca se den por vencidas, porque tendrán la seguridad de alcanzar cada una de sus metas, esto las convertirá en seres felices que tengan la capacidad de ver lo bueno en los demás, en el mundo que las rodea y ayudarán a encontrar ese mismo bienestar a los demás y así trasmitiendo todo esto a sus hijos: hombres y mujeres. Por tanto poco a poco se formarán generaciones de seres humanos felices y plenos que busquen el bienestar común, todo a partir de motivar a que las mujeres tengan una mejor “autoestima” para hacerlas felices, ya que se lo merecen plenamente.

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