Particularmente esta semana ha
sido muy dura para mí como madre, influiría seguramente que mi hijo mayor
estuvo resfriado y con tos muy fuerte, que además nos contagió y hubo días en
los que todos estábamos resfriados. A eso se sumó que varios días, como no pudo
ir al colegio por su enfermedad tuvo que igualarse en casa cada una de las
actividades de clase y tareas, pero claro, como no estaba del todo bien no lo
hizo con el mejor humor. No sé si fue mi impresión pero mi hijo menor de cuatro
meses estuvo más inquieto que de costumbre, sin querer dormir o llorando sin
que yo entienda la razón. Tal vez sobrellevar esto no hubiera sido tan duro si
es que yo no hubiera sufrido los malestares del resfrío. Como imaginarán todo
esto fue llevando mi paciencia al límite y más aún porque la verdad es que
tengo muy poca; al sentirme agobiada, cansada y adolorida varias veces reaccioné negativamente con mis pequeños
haciéndoles incluso llorar. De paso leía
artículos donde explicaban la importancia de acompañar con paciencia y amor a
los hijos en las tareas, las consecuencias de gritarles a los niños, etc. Todo
esto me hizo sentir muy culpable y más aún me hizo cuestionar si mis hijos
merecían una madre- a mi parecer- tan mala.
Este fue el punto que me llevó a
reflexionar profundamente sobre mi capacidad para ser una buena mamá y debo
admitir que todavía no llegué a una conclusión definitiva, pero algunos puntos
a los que pude llegar son:
- Que muchas veces a pesar del gran amor que sentimos por nuestros hijos, la labor de madre puede ser un verdadero dolor de cabeza, salirse de las manos y agobiarnos hasta el punto de querer renunciar, pero a diferencia de cualquier otro oficio ésta no es una opción.
- Entonces ¿qué nos queda a las madres que no calificamos como las sacrificadas, abnegadas e inmaculadas, que hipotéticamente existen y de las que leemos y escuchamos el 27 de mayo? Lo que yo creo que nos queda es seguir trabajando y luchando para ser mejores, algo muy importante es perdonarnos a nosotras mismas por los errores cometidos, por las lágrimas de nuestros niños y pedirles perdón a ellos también y puedan saber así que sus mamás son humanas y por tanto no son perfectas. Finalmente cada día comenzar de nuevo con la esperanza de haber aprendido de nuestras flaquezas y poco a poco ser más sabias.
- Otro aspecto que me pareció importante es que si bien es cierto que actualmente existe una infinidad de información a mano, gracias a la tecnología, ésta puede ser un arma de doble filo; porque si bien puede constituirse en ayuda para encontrar soluciones a diferentes problemas que pueden surgir en la crianza de los hijos, también nos pueden confundir por las variadas teorías, incluso contradictorias sobre un mismo tema, he aprendido que aquí el instinto y sentido común deben guiarnos, además ser conscientes que los consejos y tips no aplican para todos los niños porque cada uno es único y gracias a que conocemos muy bien a los hijos podremos saber cuál puede servir o
- Finalmente algo que me di cuenta es que compartir esta responsabilidad con la pareja es fundamental, y es aquí donde no podemos confundirnos creyendo que ellos nos tienen que ayudar, porque esto significaría que la responsabilidad es solo nuestra cuando en realidad es de ambos, por tanto ellos deben inmiscuirse buscando las mejores estrategias para ser parte del cuidado de los chicos. No obstante podemos y debemos, aunque personalmente me cuesta mucho, pedir ayuda a otros como ser nuestros padres, suegros, hermanos porque una llega a sentirse agobiada, cansada, deprimida y molesta por querer hacer todo sola, pero si dejamos que nos ayuden nos pueden aliviar mucho y esto nos servirá para cargar energías y continuar con mejor humor y amor nuestras labores cotidianas.
En conclusión, ser madre no es
fácil incluso cuando el padre se inmiscuya en el cuidado de los hijos, pero
debemos dejar de querer ser perfectas, de esperar que los hijos lo sean también
y tener la casa ordenada e inmaculada,
que nada falte y que hagamos todo solas; somos humanas y por lo tanto cometimos
y seguiremos cometiendo errores, lo importante es no exigirnos demasiado,
disfrutar más, pedir ayuda cuando la necesitemos y seguir trabajando para convertirnos
en la mejor madre que podamos ser y así construir junto a nuestros chiquitines
recuerdos inolvidables que reconforten su corazón y les sirvan cuando ellos se
conviertan en padres.
Me siento plenamente identificada Eliana, y eso que solo tengo una beba, sinceramente no se como le hacían nuestras madres, pero por mi chiquita a salir adelante.
ResponderBorrarMe alegra mucho que el artículo haya logrado que te identifiques. Es una forma de ayudarnos entre nosotras. Gracias por leerlo.
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