¿Alguna vez se han preguntado, si
se encontraran en un espacio y tiempo paralelos con su yo niño qué les diría?
En un taller al que asistí hace un año atrás nos plantearon esto y nos pidieron
más aún, teníamos que escribir una carta que nuestro yo niño nos enviaría,
entonces cada uno se puso a recordar qué pensábamos cuando éramos pequeños, qué
soñábamos ser y hacer además si todo eso se habría cumplido o no. Una de las
cosas que mi yo niña me escribió en su carta fue que me felicitaba por haber
alcanzado la meta de salir profesional y tener una linda familia, pero luego la
pequeña Eliana me preguntaba cuándo había dejado de disfrutar las cosas simples
de la vida y a ser feliz sin tener un centavo en el bolsillo con tan solo la
compañía de mis amigas y tal vez lo más importante amar a los demás como son,
sin querer cambiarlos. El resultado de este simple ejercicio me hizo
reflexionar profundamente sobre mi vida y mis sueños.
Es así que en esta semana que se
festejará el día del niño y cuando muchos de nosotros estamos pensando cómo
celebrar con nuestros hijos, en sus escuelas o en familia y las
autoridades llenan de elogios y promesas
sus discursos en conmemoración a los pequeñitos, volviendo a decir como todos
los años que son el futuro de nuestro país y que se trabajan en políticas para
prevenir violencia frente a ellos y que vivan una vida mejor; yo les propongo preguntarnos ¿qué podemos
aprender de los niños? Si pueden en sus casas o trabajos hacer el ejercicio de
la carta de su yo pequeño a ustedes en este momento, les aseguro que se
sorprenderán lo que pueden descubrir.
Personalmente, después de hacer este
ejercicio y ver cada día cómo experimenta el mundo mi hijo de seis años puedo decir que lo que podemos aprender de los
niños puede ayudarnos a ser más felices, más humanos. Como mayores pensamos que
la vida de los más pequeños es más fácil, más simple y es que en muchos casos
es así, porque ellos siempre viven el hoy, no se estancan en el pasado y
tampoco se obsesionan con el futuro, por eso cuando se pelean con sus hermanos
o sus amigos se reconcilian en unos minutos porque como leí en algún post su
felicidad es más importante que su orgullo.
Por tanto, nuestros niños saben
hacer muchísimas cosas bien pero lo que mejor hacen es disfrutar de los
pequeños placeres de la vida como los días soleados para ir a jugar, los días
de lluvia para poder saltar en los charcos de agua, los días de nieve y granizo
para jugar con bolas de hielo, el cariño y compañía de sus mascotas, reírse
hasta caerse de un chiste una y mil veces. También son fabulosos en ser felices
con la compañía de los que aman, como cuando ruegan por un poco de tiempo a sus
padres, aunque sea media hora para jugar; saben perdonar de corazón y olvidar
el pasado para ser felices, por eso aunque uno les regañe o incluso haya padres
que los golpean siguen amando a sus progenitores por encima de todo y vuelven a
confiar en ellos al día siguiente.
Así, por otra parte tienen la
capacidad de ilusionarse con pequeñas cosas como tener unos dulces esperándolos
en casa, lo que será suficiente para borrar un mal día en la escuela o la
capacidad que tienen de asombrarse de lo nuevo que conocen y siempre están en
contra de las injusticias. Algo que me sorprende siempre es que ellos no hacen
ninguna diferencia con otros pequeños diferentes a ellos (por su raza o
capacidades especiales), porque son simplemente más niños con los que se puede
jugar, solo al crecer van reconociendo esas diferencias y aprendiendo los
prejuicios que de adultos los harán discriminar.
Por tanto, a pesar de que los
niños son el grupo de edad más frágil y vulnerable, son muchas veces, más
valientes y más fuertes que nosotros porque pueden superar situaciones
realmente difíciles y a pesar de todo todavía saben sonreír, si pudiéramos como
mayores aplicar la mitad de estas habilidades, si pudiéramos recordar cómo ser
niños, nos convertiríamos en personas más humanas y más felices, menos egoístas
y discriminadores; pudiendo soñar junto a los niños con un mundo mejor en el
que ellos puedan vivir cuando nosotros ya no estemos.
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