La frase de Ernesto Sábato que me
inspiró para escribir el artículo de esta semana, dice “Sólo lo que se hace apasionadamente merece nuestro
afán, lo demás no vale la pena”, es así que con certeza puedo decir que la
mayoría de los trabajos que tuve tenían
esta característica, es decir apasionarme, a tal punto que en uno de ellos, cuando
trabajaba en la Fundación Pachamama para ser precisa, mi esposo y yo tuvimos
que ponernos la regla de no hablar sobre
trabajo en la casa, porque nos gustaba tanto que se había vuelto tema de
conversación a todas horas, buscando la mejor manera de afrontar el cargo. Este
apasionamiento que uno logra descubrir en lo que hace es una de las más grandes
bendiciones y lamentablemente no todos pueden experimentarla por diferentes
razones.
Es una realidad que uno escoge su
trabajo por diferentes razones, en países como Bolivia, debido al contexto
económico en el que vivimos donde las oportunidades de trabajo no son las
mejores y que más bien la economía informal es la predominante; muchas veces la
elección se tiene que limitar a lo que pueda redituarnos como para poder
sobrevivir. No obstante, no deberíamos quedarnos ahí, nuestro gobierno no
debería quedarse ahí porque sólo cuando los ciudadanos trabajen en lo que
realmente les hace felices, el país encontrará el camino más corto hacia un
verdadero desarrollo.
Estoy segura que uno debe
dedicarse o trabajar en lo que verdaderamente le apasiona porque sólo así la
labor diaria más que un deber se convertirá en un placer, lo que a su vez
repercutirá a que seamos cada vez más productivos y eficientes en cualquier
labor en la que decidamos desenvolvernos. Soy consciente que no siempre es
posible, especialmente cuando uno tiene una familia que mantener o como hijos
ayudar en la subsistencia; pero es nuestro deber encontrar formas de alcanzar
los sueños que anhelamos; y más importante aún hacer que el día de mañana
nuestros hijos sí trabajen con gusto y no solo por necesidad, pera esto dependerá
de nosotros en gran parte al guiarlos y acompañarlos a escoger un oficio o
profesión que sea su vocación y los apasione.
Por tanto, un aspecto fundamental
para lograr escoger lo que a uno le hace feliz es la vocación, es decir aquella
inclinación o interés que sentimos en nuestro interior desde pequeños por una
forma de vida o trabajo determinado o tal vez lo que nos vemos haciendo por el
resto de nuestra vida. Aquí es importante tener la mente abierta, especialmente
si somos padres, porque ha pasado y seguirá pasando que como progenitores
tenemos el sueño que los hijos sigan nuestros pasos o sean lo que nosotros no
pudimos ser y por tanto cuando ellos manifiestan intereses que no están dentro
de nuestras expectativas tratamos de disuadirlos en sus decisiones. A veces los
padres solo deseamos que ellos sigan una carrera universitaria, y si
escogen carreras técnicas u oficios artesanales, religiosos y artísticos nos
parece que estarán desperdiciando su vida, sin saber que ése puede ser su
verdadero camino hacia la felicidad.
Otro aspecto importante en la
búsqueda del trabajo que nos haga felices es que muchas veces buscamos hacer
sólo cosas extraordinarias, está bien tener grandes sueños, desear ganar
premios, ser los más reconocidos, pero no podemos basar la elección de lo que
haremos el resto de nuestra vida sólo en estos anhelos, pienso que la felicidad
radica en hacer hasta las cosas más simples de forma extraordinaria y eso se
logra solo cuando hacemos todo basados en el amor y el servicio hacia los
demás, por eso todo lo que hacen las madres cada día por nosotros son pequeños
milagros que sólo los apreciamos cuando somos grandes; cuando un artesano crea
un objeto hermoso y práctico como un zapato que ayudará a caminar bien a alguien
que tenga un problema en los pies y así podríamos ir nombrando más y más
ejemplos.
Por tanto creo que es importante
que no dejemos que el consumismo, el individualismo y la ambición sean los que
marquen nuestro norte y definan en que
vamos a trabajar o nuestra forma de vivir, sino más bien que el horizonte a
seguir esté guiado por valores como la solidaridad, el servicio a los demás y
el bien común. Así lograremos ser felices con lo que hacemos y lo más
importante hacer felices a los demás con nuestra labor cotidiana.
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