martes, 22 de agosto de 2017

El perdón es más poderoso que la venganza



Varias circunstancias me hicieron pensar en el tema que en esta semana quisiera reflexionar junto a ustedes, todos nos llenamos la boca en búsqueda de justicia cuando escuchamos en las noticias hechos como el feminicidio o el infanticidio porque parece mucho más fácil saber cuál es castigo justo para los victimarios.

Pero qué pasa en nuestra vida cotidiana cuando sufrimos de parte de alguien, incluso de seres queridos una serie de ofensas, abusos, humillaciones e injusticias que nos causan dolor; y que como consecuencia estas acciones nos llenan de rabia, resentimiento y hasta odio. Pues en muchos casos de estos sentimientos negativos nace el deseo de venganza, un deseo visceral con el que creemos que podremos encontrar tranquilidad o de alguna manera resarcir el dolor que nos causaron.  En los casos que nos tocan tan de cerca parece que la ley del Talión “ojo por ojo diente por diente” sería el único código que pudiera sanar nuestras heridas, sólo viendo sufrir al causante de la misma forma que lo hicimos nos sentiremos mejor. Vemos todo esto cumplirse en películas, telenovelas y libros, ¿pero esto es real? ¿Será la venganza la mejor manera de solucionar nuestros conflictos con otras personas?

Por experiencia propia puedo decir que no; que la venganza sólo te hostiga a acumular sentimientos negativos como el rencor y el resentimiento y esto a su vez te trae más consecuencias negativas como vivir en el pasado repitiendo y repitiendo la ofensa, el abuso, la humillación o la injusticia, lo que no te deja comenzar de nuevo, mantiene abierta una herida que si no sana no podrás seguir con tu vida y hasta puede convertirse en una obsesión.

Es así que la venganza saca lo peor de uno mismo, nos deja mascullando el dolor una y otra vez, es así que nos encierra en un círculo vicioso de odio que si no superamos no sólo nos dañará a nosotros mismos sino a los seres queridos, porque si bien el amor y la felicidad se transmiten a todos los que nos rodean como una luz, los sentimientos negativos también cundirán a los círculos más cercanos como un manto de obscuridad.

Entonces aquí deberíamos plantearnos si vale la pena todo esto para vengarnos, para hacer pagar por nuestro dolor, ¿nos hará sentir mejor herir premeditadamente a alguien aunque éste nos hubiera herido antes? ¿Sanará nuestra herida convirtiéndonos en los seres que odiamos por las cosas que nos hicieron? La verdad es que a pesar de haber recurrido a la venganza nada mejora, yo lo experimenté personalmente cuando quise vengarme de un ex novio y cuando lo hice no me sentí mejor, sólo me sentí más culpable y una persona horrible. Pienso que desde ese momento entendí que la venganza no es la salida y que sólo el perdón puede liberarte y puede sanar tus heridas.

Muchos pensarán que perdonar es sinónimo de debilidad, pero el perdón es la acción más valiente que puedas experimentar porque para hacerlo debes arriesgar nuevamente tu corazón, porque no tenemos que confundir el verdadero perdón con el que damos de boca sin hacerlo de corazón por eso muchos dicen: “ perdonar es divino y errar es humano” cuando como seres humanos tenemos la capacidad de perdonar como un acto de amor, es por eso que no es fácil y que no se puede hacer inmediatamente, el perdón es un proceso en el que cada uno debe pasar etapas de rabia, rencor, dolor y superación y recién en esta última nos damos cuenta que el odio o el deseo de venganza no aportan nada positivo en nuestra vida y que en cambio el perdón sí lo hará porque tiene un poder curativo que descubriremos al practicarlo.


Tal vez podemos comenzar cuando en ocasiones, en casa, con nuestra pareja existen desacuerdos o sentimos que nos ha ofendido o dañado de alguna manera; la única manera de continuar con el matrimonio es saber perdonar y pedir perdón todos los días. Así también enseñaremos a nuestros hijos este poder curativo del perdón, si ellos viven esta práctica en nuestros hogares podrán replicarlo en los suyos cuando sean mayores y así serán mejores personas. 

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